“Imagínese usted a un personaje con la desgracia que le dije, la de haber nacido vivo en la fantasía de un autor que quiso después negarle la vida.”

Luigi Pirandello, Seis personajes en busca de autor (1925)

Con estas palabras solicitaba comprensión la figura de El Padre en la obra de teatro metanarrativa de Pirandello donde se entrelazaban el existencialismo, la tragedia del ser y el cuestionamiento de la propia identidad. En ella, los seis personajes titulares se presentaban en el ensayo de otra obra, rogando a su director y elenco que representaran su historia para poder vivir esa vida negada por el autor que los repudió, abandonándolos en el limbo de la inexistencia, condenados a narrar sus vidas sin jamás vivirlas. Estos personajes cuasiespectrales encuentran un émulo en Manga, de «Luis» (autor que parece buscar ser personaje, en un periplo opuesto), en su reducido grupo de personajes que contemplan a los fantasmas de su pasado desde un presente mutante y hacia un futuro predeterminado y cíclico.

Como cíclica es la naturaleza de las historias y sus arquetípicos protagonistas, tal y como nos quiere decir el cómic ya desde su sinopsis. Esto se apuntala mediante diálogos metanarrativos explícitos que van y vuelven, como un río, como la convergencia de líneas en su voluntad fractal o en la mariposa infinita de su contraportada. El eterno retorno nietzscheano, la circularidad del tiempo convertida en argumento plano, sencillo, limitado como la escueta montaña o el falso horizonte inalcanzable al otro lado del mar. Lugares que sirven de escenarios vacíos, un no-espacio (o un todo-espacio, siguiendo la doble propuesta minimalista-nihilista de «Luis») donde habitan sus personajes condenados.

Así, la propuesta del autor para esta obra no es otra que la ausencia de la misma, la cual deviene en totalidad de las historias. El blanco desnudo como presencia absoluta, convergencia de todos los colores, luz que da vida a personajes que, a su vez, dan (a) luz a sus sucesores, que son también antecesores. Manga es, prácticamente, una obra teórica que hace obra de la propia teoría, como el Museo de la Novela de la Eterna de Macedonio Fernández o, menos audazmente, 62: Modelo para armar de Cortázar.

La cuestión, como en aquellas, es que su propia naturaleza la condena a ser fallida (en términos narrativos). La representación de conceptos complejos —entidades que no son otra cosa que encarnación de un discurso—, a través de formas que solo pueden decirnos algo desde su carga arquetípica, supone un vaciado de la historia que confronta al lector consigo mismo. Todo es fondo y la forma es secundaria, desdibujando figuras, dificultando la identificación de personajes, espacios y tiempo, sacándonos constantemente de la lectura, conscientes de que asistimos a un intento de ficción, a un armazón con piezas desligadas que debemos (re)montar.

Como enfrentarse a una página en blanco o, peor, a un espejo. Doble peligro esto último, porque puede proyectar tanto nuestras carencias para su comprensión total, como la diarrea verbal y referencial de la que un servidor acaba de hacer gala.

Tonos magenta y azulados para dibujar sobre el vacío. Formas imperfectas, irreales, imitando una realidad inalcanzable. Diálogos enigmáticos que van y vuelven y se resignifican desde distintas perspectivas para, en el fondo, hablar de la creación misma de la obra. Una entropía negativa, negada, de personajes con aspiraciones vitales donde no hay vida posible. Una historia donde no hay historia posible, y todas las historias son posibles. En pocas palabras, Manga puede ser la obra más estimulante de lo que va de año y, al mismo tiempo, quizá la más frustrante.


Manga
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de «Luis»
Fandogamia

Contenido: Manga
(Fandogamia, 2024)

Rústica. 72 páginas. 6.00€.
Desde el 10/06/2024.
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