—¿Qué es la existencia, Mina?
—La existencia es un perpetuo estado de guerra.
—¿Y qué es la guerra, Robert?
—La guerra está en nuestra sangre. La guerra nos mantiene con vida.

Ales Kot, Zero (Image Comics, 2014)

De acuerdo con un estudio del Departamento de Asuntos de los Veteranos de Estados Unidos, tras revisar los perfiles de más de 55 millones de veteranos de guerra americanos desde 1979 a 2014, se revelaba un dato escalofriante: veinte retornados de diversas guerras llevadas a cabo por el país se suicidan cada día. No entraremos aquí en el debate sobre el intervencionismo yanqui y su necesidad de estar constantemente en guerra para alimentar a los gigantes armamentísticos que financian carreras políticas, porque la serie de la que hablamos no se centra en ello. Tampoco hablaremos de los condicionantes que llevan a una persona a querer llevar un arma e infiltrarse en territorio extranjero para acabar con los «enemigos de la patria», o a considerar que esto es «su deber» o «lo correcto». El punto de interés, como en el caso de The Punisher de Netflix, está en el después, en el regreso de los juguetes rotos cuyas virtudes para la guerra no se adaptan a un modo de vida normal al retornar a un hogar que ya no se reconoce como propio.

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«Holding action», de Archie Goodwin y John Severin (Blazing Combat #2, 1965)

Apenas hace un siglo de la Gran Guerra, la Guerra que acabaría con todas las guerras… finalmente denominada la Primera Guerra Mundial porque, a consecuencia de una mala gestión de sus consecuencias, el mundo presenció una guerra mayor. En ambos casos, los Estados Unidos de América se erigieron (y autodenominaron) salvadores del mundo en dos conflictos bélicos en los que, desde un punto de vista reduccionista, aún veían una dicotomía clara y simple de «buenos» y «malos»; la evolución de los nazis de la Segunda Guerra Mundial dentro de la cultura pop como los malos malísimos lo atestigua. Pero entonces llegó Vietnam.

En la guerra de Vietnam no hubo ganadores ni perdedores; sólo muertos, muchos muertos. Y más muertos de los que se esperaban del lado americano. Aquella guerra fue un error, no había patriotismo exacerbado que la sostuviese, se alargó absurdamente en el tiempo en busca de un atisbo de «victoria» y la imagen de los salvapatrias quedó manchada para siempre. Más adelante llegarían las incursiones en Oriente Medio, con la Guerra del Golfo o más recientemente las de Afganistán e Iraq, con un potente intervencionismo que se reducía a petróleo y venganza por los atentados del 11-S.

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«Watchmaker», de Alan Moore y Dave Gibbons (Watchmen #4, 1986)

Cuando se estableció originalmente el origen de Frank Castle, alias Punisher (o El Castigador, en España), Vietnam era el pasado bélico al que estaba ligado, esa guerra injusta de la que, entre quienes regresaron, nadie quedó sin secuelas. Posteriormente, por aquello de la plasticidad del «tiempo Marvel» para adaptar a sus personajes al presente, Vietnam fue sustituida por el Golfo o, como en el caso de la serie de Netflix, por las citadas Afganistán e Iraq. La cuestión que siempre ha subyacido y que ha sido desarrollada en distintas direcciones por autores varios es si la guerra es el motivo por el que Frank Castle es como es… o sólo la excusa para ser como es.

¿Víctima o psicópata? La respuesta que nos da la serie desarrollada por Steve Lightfoot para Netflix nos dice que la respuesta es ambas y ninguna, proporcionando no sólo un relato tridimensional de Frank Castle (Jon Bernthal), sino una interesante galería de secundarios que son, con muy diferentes resultados, retornados en sí mismos: Curtis Hoyle (Jason R. Moore), el marine paramédico reconvertido en terapeuta para veteranos; Billy Russo (Ben Barnes), el hombre hecho a sí mismo que ha levantado una empresa de seguridad privada militarizada; Dinah Madani (Amber Rose Revah), la agente de Seguridad Nacional que no temió bajar al barro de Oriente Medio para perseguir sus aspiraciones y convicciones; o Lewis Wilson (Daniel Webber), el jovencísimo veterano trastornado que necesita contruirse una trinchera en su jardín para poder dormir por las noches.

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«God and country», de Frank Miller y David Mazzucchelli (Daredevil #232, 1986)

El trastorno de estrés postraumático afecta de diferentes formas a cada persona, y las consecuencias son distintas, como decimos, para cada personaje. Hoyle asume la misión de salvar a los veteranos de caer en los infiernos que pueden pasar por su mente, del mismo modo que le ocurrió a él cuando perdió su pierna; Russo ofrece a veteranos que no encuentran su lugar en el mundo un modo de reintegrarse en la sociedad; Madani busca de forma obsesiva justicia para un caso ciertamente oscuro que llega muy arriba en el escalafón político; y Wilson es, claramente, una víctima en su más alto exponente.

El caso de Frank es distinto, porque su problema no fue reincorporarse a la sociedad, sino que su vida fuera arrebatada, arrancada de sus manos con el asesinato de su familia. Si la guerra dejó secuelas en él, la tragedia terminó de romperlo, de transformarlo en un psicópata obsesionado con la venganza y un modo de justicia proactiva que sólo contempla como condena justa la sangre derramada. No es casual, pues, que el trastornado Lewis vea en él un modelo a seguir, alguien que se toma la justicia por su mano porque el mundo ha dejado a un lado la justicia, ha dejado de perseguir a «los malos» y ha empezado a castigar a «los buenos». El problema es que Frank aún tiene anclas con la realidad, mientras que Lewis ya está demasiado lejos.

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«The First Day», de Garth Ennis y Darick Robertson (Punisher: Born #1, 2003)

Lo único que hizo que el Castigador volviera momentáneamente a entrar en (una cierta) razón en la segunda temporada de Daredevil fue el personaje de Karen Page (Deborah Ann Woll), ciertamente su único nexo con su humanidad una vez perdida toda su familia, la única persona que parecía creer que debajo de la calavera había un corazón latiendo. Es por esto que resultaba evidente traer a su personaje de vuelta, además de añadir una cierta tensión amorosa unidireccional, dado que Frank no ha superado la muerte de su esposa y sigue de estricto luto en el campo de las pasiones.

La redención de Castle puede alcanzarse únicamente por dos vías: la confianza de Karen, y la reconexión con algo parecido a una vida a través de la familia de su aliado a la fuerza Micro (Ebon Moss-Bachrach). Compartir involuntariamente momentos vitales con la mujer de éste y sus dos hijos, claramente reminiscentes de la prole de Frank, deviene en terapia definitiva para, una vez alcanzada la catarsis sangrienta del final de la temporada, aún haya esperanza para Frank Castle más allá del Castigador, más allá del soldado con esqueletos en el armario, más allá del veterano retornado al que negaron su futuro.

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«Ma Deuce», de Garth Ennis y Goran Parlov (Punisher MAX: The Platoon #2, 2017)

Muchas son las historias, sobre todo en los últimos años, de las atrocidades cometidas por soldados norteamericanos en Oriente Medio, siguiendo órdenes o simplemente entregados al infierno de su día a día dejando a un lado la ética y la moral. Violaciones y asesinatos en la Redacted (2007) de Brian de Palma, o precisamente la gestión de las emociones de los retornados y su aparentemente inevitable decadencia en En el valle de Elah (2007) de Paul Haggis. Como éstas, hay decenas de películas y obras de otras artes que reflejan un antibelicismo consciente, crítico, sustentado en crudas realidades de las que pocos hablan, como ya hiciera la surreal Johnny cogió su fusil (1971) de Dalton Trumbo en plena decadencia de Vietnam.

La serie de Steve Lightfoot para Netflix no se ha dormido en los laureles del sello Marvel que garantiza atención y ha querido adscribirse a esta tradición, al margen de contarnos la historia de un vigilante que toma la justicia por su mano de forma abiertamente violenta. Es una serie de televisión antes que una serie de Marvel, sustentando su narración en pies más sólidos que un mero personaje, dejando que sean la intriga y, sobre todo, el drama humano los que saquen adelante un producto audiovisual encomiablemente arriesgado. Un paso en la dirección correcta para la franquicia de Marvel/Netflix.


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Marvel’s The Punisher,

de Steve Lightfoot
Netflix / Marvel Television

Contenido:
Marvel’s The Punisher #1-13 (2017)

13 episodios de 49-57 minutos. Desde el 17/11/2017.

 


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