Espera, ¿qué? ¿Un año ya? El 27 de junio de 2017 hice oficial la presentación del blog, con mi pedantería y pretenciosidad low-key habituales reclamando un pedacito de internet en el que habitar y reflexionar en mi vida post-doctoral. Pero, aunque mis intenciones fueran claras (hacer reseñas y artículos sobre tebeos y alrededores, como había hecho antes), no tenía claro a dónde quería llegar, o siquiera si quería llegar a algún lado. El proyecto duraría lo que durase mi interés, lo cual iba irremediablemente ligado a un cierto interés lector por parte de visitantes al blog. Porque es muy bonito formular, como yo he hecho en alguna ocasión (el ser humano es contradictorio), que «Yo escribo para mí», pero nunca es cierto, o no del todo. Y esto no significa que escribas para los demás, sino que, aunque escribas lo que tú quieres escribir y como tú lo quieres escribir, si no hay nadie al otro lado, o la esperanza de que en algún momento lo haya, no escribes. ¿Existe la novela que nunca nadie ha leído?

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Afortunadamente, la respuesta al blog ha sobrepasado todas mis expectativas. No es que Globos de Pensamiento se haya convertido en una web de referencia, ni mucho menos, pero la cantidad de gente que entra a diario, incluso en los meses de baja actividad, es mucha más de la esperada. Lo cual requiere un agradecimiento, porque, como acabo de decir, si nadie me hubiera leído, probablemente no estaría celebrando nada hoy. (En efecto, asistimos a otro cliché, el de «Sin vosotres, nada de esto habría sido posible»). Pero no puedo dejar de dar las gracias ni negar que a lo largo de este año mi vida ha cambiado, y parte de culpa la ha tenido este blog.

Es evidente que, en lo personal y lo profesional, mi vida no es la misma que hace un año: tenía una pareja con la que vivía y tenía un trabajo de media jornada de acomodador; ahora estoy soltero, soy profesor-sustituto de secundaria y, cuando me confirmen en septiembre que volveré a tener trabajo el próximo curso, estaré en disposición de independizarme. Giro vital de 180 grados. Pero en lo que atañe a este blog, también ha habido una serie de cambios que me han afectado en lo personal y en lo «profesional» (entrecomillo, porque el mundillo del cómic, tristemente, no tiende a la profesionalización ―o a la percepción como profesionales― en el ámbito de la divulgación). Y esos cambios me han afectado de manera muy positiva.

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Nuevas amistades, afianzamiento de amistades recientes y redescubrimiento de viejas amistades, y prácticamente todas ellas en torno a esta afición que nos une y que os hace estar leyendo este monólogo personal de un vasco inseguro. Este año he visitado salones de cómic por primera vez en mi vida, y desde mi yo actual casi no soy capaz de reconocer al yo disimuladamente aterrado de aquellas experiencias iniciales, viajando solo y sin saber si iba a ser capaz de enfrentarme cara a cara a toda esa gente que he conocido a través de una pantalla. Y no poder reconocer del todo a ese yo dice mucho de mi evolución interna a lo largo de los últimos meses (algo complicado, como saben quienes más me conocen). Así que, como decía, motivo de celebración, en buena parte gracias al nexo de unión de los tebeos en general, y de este blog en particular.

Pero es que este año, en esa parte pseudoprofesional de la divulgación, me ha brindado mi primer artículo publicado en papel. Primero, uno poco meritorio, a través de un concurso de la revista Marvel Age, que premió mi repaso a los monstruos kirbyanos de la Era Atlas de Marvel. Y después, ya gracias a este blog y a la mediación de un colega, un epílogo para el número #6 de la serie en grapa de American Gods de Planeta Cómic, que salió a la venta precisamente este mes. La buena acogida a nivel interno de aquel epílogo llevó a que me propusieran prologar la obra de Neil Gaiman y Shane Oakley, Esposas prohibidas de siervos sin rostro en la mansión secreta de la noche del aciago deseo. Mi texto no se hacía tan largo como el interminable título paródico, y se publicó antes que el primero por no estar sujeto a la serialización. Guardo ambos con mucho cariño en la estantería y espero que haya más en el futuro, pero si no los hubiera, yo ya he alcanzado un sueño.

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Además, si esto no fuera suficiente, ¿qué mejor recompensa que ser agradecido públicamente por las autoras de una de las obras reseñadas y que, además, afirmen y demuestren haberse leído la reseña? Aquellas palabras (y recomendación) de Jordie Bellaire y Vanesa R. del Rey hacia mí por la reseña de Redlands son algo que me llevo en el corazón para siempre y uno de los grandes hitos de esta experiencia bloguera. En esta misma onda emocional en mi relación con autoras a lo largo de este año, charlar sobre asuntos personales y acabar siendo abrazado por Aimée de Jongh (autora de El regreso del halcón abejero), tener una agradable conversación (y múltiples encuentros casuales debido al efecto faro que ejercía mi collarín en el Saló de Barcelona) con Kelly Sue DeConnick, además de (demasiados) breves charlas con Emma Ríos y Tillie Walden, son pequeños tesoros de este primer aniversario.

Es cierto que mi periodicidad para publicar no ha sido la ideal, especialmente desde que empezó el curso escolar y me vi, de un día para otro, el doble de ocupado. Pero al menos he encontrado ya algo parecido a una «línea editorial»: escribo sólo sobre lo que disfruto y cuando disfruto escribiendo sobre ello. Esto supone, por un lado, que no vais a encontrar jamás reseñas destructivas en este blog (lo cual no quiere decir que no hable de los defectos de las obras reseñadas), porque «sufrir» leyendo algo y dedicarle tu tiempo a reseñarlo es sufrir dos veces por la misma razón (y no va a aportar nada a quien lea la reseña). Y por otro, que habrá muchas obras que me encanten, pero que no reseñaré, porque si siento que no tengo nada que decir o que aportar sobre una obra más allá de decir lo mucho que me ha gustado, para eso escribo un tweet. Siempre puede haber excepciones (hola, Shirtless Bear-Fighter!), pero serán eso, excepciones a la regla. Y lo que nunca va a faltar son los Englobando, la ración mensual de amor para el buen trabajo que se hace más allá de las fronteras del blog y que siento que merece atención.

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En resumen, transcurrido un año, creo que ya tengo claro qué quiero hacer con Globos de Pensamiento, cuán agradecido debo estar por todo lo que me ha aportado, y a cuánta gente debería dar las gracias por haberme hecho crecer y ser mejor a lo largo de este año. No voy a nombrar a todes, porque ¡nadie quiere leer tanto! y porque, quiero pensar, ya saben quiénes son (y lo pesado que soy dando las gracias y pidiendo perdón). Pero sí daré las gracias a la comunidad lectora que, de un modo u otro, se pasa por aquí con cada nueva entrada, interactúa conmigo a través de redes sociales o, incluso, quiere saludarme en persona en los saraos comiqueros.

¡Gracias a todo el mundo y, con suerte,
espero que sigamos aquí dentro de un año!
¡Un abrazo enorme!


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