«Ayer le dije a mis hijos que «A veces los hombres malos ganan» y que me daba miedo el mundo en que vivimos. Pero tenía que asegurarles que no sería por mucho tiempo. «Hijos, tenemos que ser nosotros mismos. Tenemos que ser fuertes. […] Defended vuestra postura. No dejéis que los bastardos os opriman. Sed valientes, sed extraños. No dejéis que sus miedos os hagan temer. Hay esperanza, cambiarán.» […] ¡Pero no huiremos! ¡No olvidaréis nuestro nombre! La «generación ofendida», los «políticamente correctos» y las personas valientes, seremos los manifestantes que merodearán por estas calles de miseria…»
―Machine Head, «Bastards» (Catharsis, 2018)
2018 ha sido un año extraño, uno que empezó bien a nivel personal, enseguida se torció hasta tocar fondo, y finalmente tomé las riendas y me impulsé para acabar saliendo adelante, y 2019 promete grandes cosas. Pero, repito, a nivel personal. En cambio, 2018 ha sido el año en el que hemos descubierto (o más bien, en el que ya no disimulan) que el fascismo nunca murió, y que aún nos queda una lucha larga para erradicarlo, incluso en nuestro país. En ese sentido, 2019 es una amenaza contra la que deberemos, definitivamente, levantarnos y luchar. Sin embargo, ahora y en el futuro, siempre nos quedarán los cómics como refugio (y otra reedición de La broma asesina un mes después de la anterior).
Un año más, como ya ocurriera en 2017, es el momento de hacer memoria y recordar todos los grandes momentos que nos ha traído el tebeo en España. Y, una vez más, esto no va a ser un Top de Lo Mejor del Año, entendido literalmente, que para eso ya hay otras webs. Estos son los requisitos de Globos de Pensamiento:
- Tebeos publicados en España en 2018.
- Tebeos publicados por primera vez. Nada de reediciones.
- Tebeos que YO haya leído.
Estoy seguro de que habrá tebeos que echéis en falta en la lista: ver punto número 3. Si no están, lo más probable es que no los haya leído, así que no voy a fingir lo contrario. Otra posibilidad es que tu tebeo favorito no me haya gustado. En ambos casos, os remito al título del artículo. Y sin más que añadir, ¡os deseo un feliz 2019!
65 – Jennifer Walters: Hulka, Vols. 1-3
de Mariko Tamaki y VV.AA. (Panini Comics)
Cuando la Hulka de Tamaki llegó en enero a nuestro país sostuve que, vistas las críticas estadounidenses, la serie había sido injustamente maltratada por su acercamiento decompresivo (y por no mostrar a la versión gamma de Jennifer Walters en todo su primer arco), que debía ser leída del tirón para apreciarse la interesante deconstrucción del personaje que estaba realizando la guionista. Sin embargo, estas críticas pesaron en la editorial y hubo una orden directa de introducir más acción superheroica a un planteamiento que era más psicológico y pausado, con lo que la serie se convirtió, efectivamente, en un monstruo sin dirección en su segundo acto, diluida su personalidad y con divertidos pero descolocados elementos nostálgicos de humor. Los cambios no fueron revulsivo suficiente y Jennifer Walters cerraría poco después de su relanzamiento de Legado, con una estúpida aventura contra un viejo enemigo y unos números finales que sí olían a los intereses iniciales de su autora. Así, tenemos una serie con un arco inicial introspectivo brillante, un segundo arco desconcertante y un acto final decepcionante por lo que pudo ser y no le dejaron. Una pena que, sin embargo, recomiendo explorar, sobre todo a fans del personaje.
64 – Liga de la Justicia, #74/19-78/23
de Christopher Priest, Pete Woods, et al. (ECC Ediciones)
No me gusta nada el goddamn Batman frankmilleriano, ese Hombre Murciélago todopoderoso a pesar de no tener superpoderes, que se cree por encima de todo el mundo y los propios tebeos lo acaban refrendando al mostrar que tiene planes y soluciones para todo. A Christopher Priest tampoco le gusta ese Batman. ¿Qué pasaría si Batman, liderando la Liga de la Justicia, se equivocara? Una serie de malas decisiones, que coinciden con múltiples amenazas que derivan en una necesaria división del equipo para atenderlas todas, llevará a complicaciones graves, poniendo en tela de juicio el papel del equipo. El conflicto les hará bajar la guardia y los enfrentará al peor enemigo de cualquier superhéroe: un fan purista. Uno que llevará al extremo la capacidad de la Liga. Buenísima dinámica de grupo, personajes que suenan con una voz propia y no una genérica, y un sentido del ritmo y la tensión impecable hacen que esta sea la primera grapa de la Liga de la Justicia que haya comprado en mi vida.
63 – Soppy
de Philippa Rice (Brúfalo Lector/La Cúpula)
Podría discutirse si Soppy es un cómic o una mera sucesión de tiras cómicas o ilustraciones, hablar de que no se presenta un hilo argumental o que no hay necesariamente narración secuencial en sus páginas… Podría. ¿Pero para qué? La obra de Philippa Rice presenta una serie de escenas cotidianas de una joven pareja de enamorados que empiezan a convivir. El subtítulo «Una historia de amor» lo dice todo, y su autora no pretende nada más allá de transmitir el candor y optimismo de sus protagonistas, que tratan de resolver los pequeños roces y alegrías del día a día siempre con una actitud positiva. Pocas palabras y muchos sentimientos narrados con un estilo simple y efectivo que funciona en todo lo que se propone. Una obra para poner una sonrisa en nuestra cara cualquier tarde gris, muy recomendable para parejas felices.
62 – Slam!, Vol. 1 (de 2)
de Pamela Ribon, Veronica Fish y Brittany Peer (Fandogamia)
Roller derby. Una carrera sobre patines entre dos equipos donde no sólo está permitido derribar al contrario, sino que forma parte de la propia estrategia de juego. Este deporte de contacto sirve a sus autoras para otro tipo de ídem entre dos mujeres que empiezan a practicarlo al mismo tiempo, se hacen amigas y acaban en equipos rivales. A priori, no es una historia especialmente original, si bien este tipo de acercamientos se han solido desde el punto de vista masculino, sobre todo en deportes más o menos violentos como éste. Sin embargo, Ribon y Fish presentan a través de los dos equipos y sus protagonistas dos maneras diferentes de acercarse al deporte, a la amistad y a la sororidad. Mientras las Pushy Riots son más concienzudas, frías y profesionales, las Meteorfighters buscan el compañerismo, el apoyo y la sensación de pertenecer a un grupo. Lo que ocurre cuando introduces en la mezcla este vínculo entre las dos amigas protagonistas es el núcleo de esta historia.
61 – Wabi Sabi: Un mes en Japón
de Amaia Arrazola (Lunwerg Editores/Planeta Cómic)
Hace algo más de un año, Amaia Arrazola viajó a Japón a través de una beca artística y realizó una ilustración diaria durante su estancia allí. Lo que llega ahora a nuestras estanterías es una mezcla entre ese diario de viaje y una especie de manual de primeras impresiones respecto a elementos particulares o chocantes de lo que encontró en una cultura tan diferente a la nuestra en tantos aspectos. La pluralidad de religiones, la loquísima costumbre de convertir cualquier señal en mascota/logo (incluso las de instituciones serias), la variedad de alimentos y bebidas… Arrazola abraza por completo la “mirada del turista” desde el concepto que da título a la obra, Wabi sabi (“la belleza de lo imperfecto”), y lo lleva hasta la última consecuencia, incorporando erratas corregidas (algunas sin corregir) y comentarios jocosos a sus propios textos. Un divertidísimo documental exprés sobre lo que nos supone viajar a Japón.
60 – The Black Holes
de Borja González (Reservoir Books)
En 1856, una dama se adentra en los bosques y charla con un esqueleto junto a un lago. En 2016, una adolescente intenta formar un grupo de punk con sus amigas, aunque ninguna sabe tocar un instrumento (eh, ¡el punk es 99% actitud y 1% talento!). Queriendo revelarse cada una a su manera contra lo establecido, ambas historias convergen mágicamente a través de las letras de la música, mediante un elemento pseudo-fantástico… ¿y un solitario esqueleto junto a un lago? Las hermosas ilustraciones de Borja González y sus figuras sin rostro se mueven por paisajes nocturnos y atmósferas sugerentes. Se lee en un suspiro, pero es un suspiro largo y apacible.
59 – Esclavos del trabajo
de Daria Bogdanska (Astiberri)
La generación millennial (la de verdad, no la que copa titulares clickbait y comentarios jocosos y desinformados), la «mejor preparada de la Historia» se encontró, crisis económica mediante, con la cruel realidad: formarte no te garantizaba un trabajo, y mucho menos uno digno y coherente con tu preparación. El tebeo autobiográfico de Daria Bogdanska nos muestra un pedazo de esta realidad, con mudanza de país incluida, persiguiendo una vida distinta que le acaba respondiendo con un trabajo precario e ilegal. Esta nueva situación acaba despertando un espíritu reivindicativo que la empujará a participar (moderadamente) de la lucha por los derechos laborales. Si bien el planteamiento peca de cierta ingenuidad y no nace de una situación personal realmente precaria, Esclavos del trabajo sí presenta una temática algo infrecuente en el tebeo y más desde un punto de vista femenino. Obras que nos hacen reflexionar sobre nuestro presente más inmediato.
58 – El show de Albert Monteys
de Albert Monteys (¡Caramba!/Astiberri)
Pocos tebeos autobiográficos hay en España al estilo comix underground, así que los autores atormentados que creen tener una Rica Vida Interior™ no han tenido demasiadas vías de escape. Afortunadamente, algunos han encontrado una forma no casposa de desahogarse contando la complicada vida del dibujante, y el humorista gráfico Albert Monteys (cuya espectacular ¡Universo! ha sido finalmente reeditada en papel este año por Astiberri) lo empezó a hacer en su paso por la revista digital Orgullo y Satisfacción. Recopilada en un tomo integral divertidísimo, El show de Albert Monteys abraza el trepidante costumbrismo de la paternidad, el bloqueo del artista o los siempre sorprendentes encuentros con aficionados para arrancar, como mínimo, una sonrisa por página (¡y eso son 160 sonrisas garantizadas, true believers!).
57 – Hungry Ghosts
de Anthony Bourdain, Joel Rose, José Villarrubia y VV.AA. (Medusa Comics)
Es un tópico de la crítica, ya sea en cómic, literatura o cine, que cuando se analiza una antología se mencione que la calidad de sus relatos es desigual y que, por tanto, es difícil juzgar la obra en su conjunto. Es un argumento que rara vez aporta algo, pero a menudo no deja de ser necesario, y Hungry Ghosts no es una excepción. La receta (je) parecía abocada al éxito: la mítica editora de Vertigo, Karen Berger, fichaba por Dark Horse y reunía a un elenco de talentosos artistas para ilustrar relatos de terror culinario apadrinados por el famoso (y ahora difunto) chef Anthony Bourdain. ¿El resultado? Efectivamente, una serie irregular de historias, interesante y dibujadas de forma sugestiva por artistas muy diferentes y de estilos muy marcados, que cautivan y entretienen mientras son devorados, pero que se olvidan tan fácil como qué cenaste hace 3 días. Las expectativas apuntaban a alta cocina y ha resultado ser comida rápida, pero nadie se quedará con hambre porque la obra da lo que promete (y nada más). Y se me han terminado los juegos de palabras con comida. Que aproveche.
56 – Glitterbomb, Vol. 1: Alfombra roja
de Jim Zub, Djibril Morissette-Phan y K. Michael Russell (Ediciones Dimensionales)
Hollywood crea sus propios monstruos y desde el año pasado están saliendo a la luz muchos casos, pero ¿dónde queda el espíritu de la venganza? Ahí entra Glitterbomb, si bien se publicó antes del caso Weinstein. Farrah es una actriz en medio de una forzada crisis de mediana edad tras haber entrado en el rango en el que Hollywood te considera demasiado vieja para hacer de sexy actriz florero, pero demasiado joven para reivindicarte como el retorno de una antigua gloria a la gran pantalla. Mantener a su hijo estando soltera sin que la “Fábrica de los Sueños” le dé trabajo mientras observa a jovencitas robándole los papeles a los que se presenta, sabiendo lo que es lidiar con los cerdos de arriba, le lleva a contemplar la muerte como única solución… hasta que el destino le muestra el camino de la venganza. [Reseña completa]
55 – Rocket Girl, Vol. 1 (de 2): Tiempos al cuadrado
de Brandon Montclare y Amy Reeder (Ediciones Dimensionales)
Brandon Montclare y Amy Reeder, el equipo de guionistas y creadores (junto a Natacha Bustos) de Lunella Lafayette, protagonista de Moon Girl y el Dinosaurio Diabólico, tuvo un proyecto anterior protagonizado por una joven, en este caso una aventura de ciencia-ficción con viajes en el tiempo protagonizada por la agente más eficiente del cuerpo de Polícia Adolescente de Nueva York en el año 2013. ¿Viajes en el tiempo, policías adolescentes con mochilas-cohete y motos voladoras… en 2013? Ese misterio es el que hace arrancar la historia de Dayoung Johansson, que viajará al pasado para impedir que Quintum Mechanics descubra la tecnología transtemporal que hizo que el mundo se desarrollara más rápido con la empresa bien posicionada en su epicentro. Descarada, desenfadada, repleta de acción y con un apartado artístico tremendamente dinámico y detallado de la mano de Reeder, las páginas pasan volando a la misma velocidad que Rocket Girl por los cielos. Sin mayores pretensiones, una comedia de acción futurista con una protagonista que trata de hacer lo correcto, pero no se fía un pelo de los adultos (ni debe).
54 – Moon Girl y el Dinosaurio Diabólico, Vols. 4-5
de Brandon Montclare, Natacha Bustos y Tamra Bonvillain (Panini Comics)
Si en el tercer volumen Lunella se abría al universo Marvel con numerosos personajes invitados a su serie y con uno de los villanos clásicos de la editorial haciendo (más o menos) acto de presencia, en los tomos de este año Moon Girl y el Dinosaurio Diabólico exploraron el cosmos marvelita… de forma más literal. Viajes en el tiempo y el espacio, entidades cósmicas y universos paralelos (con una versión alternativa de sí misma como antagonista) se entremezclaron en una de las series más divertidas de la Casa de las Ideas con una carga emocional extra. Como consecuencia, Lunella acabaría ligada a los huérfanos del edificio Baxter, La Cosa y la Antorcha Humana, para fundar ¿los Tres Fantásticos? Cuando alguien afirme que no existe un relevo generacional real o que no hay series que inviten al público infantil a zambullirse en el universo Marvel, plantadle cualquier tomo de esta serie en la cara.
53 – Taxus, Vol. 2 (de 3): La cabra
de Isaac Sánchez (Dolmen Editorial)
El viaje del héroe (sui generis) por un mundo fantástico de mitología cántabra que ya empezara en 2018 terminó con una revelación que requería pausa y reflexión sobre todo lo que rodea a su protagonista y este volumen ahonda en el pasado de sus secundarios para justificar las acciones de cada personaje. Pero esto no supone olvidarse del conflicto, de una acción que responde a los misterios y las amenazas mágicas que rodean a este lugar (y a una cabra). Y si bien el mundo de Taxus ya no muestra tanta capacidad para la sorpresa una vez establecidos el diseño y la estética de la obra en el tomo anterior, y el color ya no brilla tanto (pecando a ratos de excesivamente apagado para la narración), el dibujo de Isaac Sánchez sigue tan dinámico y expresivo como siempre, espectacular y emocionante cuando debe serlo. A falta de la conclusión, se confirma en cualquier caso como una propuesta interesante y diferente en el panorama nacional actual.
52 – Harrow County, Vols. 5-6 (de 8)
de Cullen Bunn, Tyler Crook y Carla Speed McNeil (Norma Editorial)
A medida que se acerca el final que, a falta de dos tomos, lo más probable es que llegue en 2019, los secretos de Harrow County y sus seres se van desvelando y algunos de ellos son realmente inesperados, relevantes para definir el camino que acabará tomando Emmy en su vía bruja. Enemigos que resultan ser amigos, amigos que se ven forzados a ser enemigos, con el peso del legado y las consecuencias de acciones pasadas que se acaban heredando como centro del drama, todas las piezas se van colocando y las auténticas amenazas y lealtades tiemblan. Todo ello dibujado con el sucio y atmosférico paisaje de Harrow County de fondo, perfectamente definido desde un principio por un Tyler Crook que sigue dibujando la mayoría de números, pero que una vez más se ha visto ayudado en un breve arco por Carla Speed McNeil, que ya ha hecho suyos a los personajes. Moviéndose en territorios conocidos, Bunn sigue manejando muy bien todos esos elementos y entremezclándolos con su propia mitología para ofrecer la que es, sin duda, una de las mejores series de terror del cómic estadounidense contemporáneo.
51 – Nick Furia: Operaciones encubiertas
de James Robinson, ACO, Hugo Petrus y Rachelle Rosenberg (Panini Comics)
Soy una persona capaz de tolerar un dibujo horrendo si la historia lo merece y, sin embargo, me es imposible disfrutar de un tebeo si el guión no me interesa nada o es tremendamente aburrido, por muy atractivo que sea el apartado gráfico (hola, Siete para la eternidad). Pero esto no me impide gozar de aquellos tebeos en los que el guionista sabe que debe hacerse a un lado y dejar a los artistas brillar. Este es el caso de este tebeo, donde Marcus Johnson, alias Nick Furia Jr., recupera el tono de las primeras historias de su padre, reconvertido en un homenaje al Nick Furia: Agente de S.H.I.E.L.D. de Jim Steranko, pero también al James Bond moderno. Seis historias autoconclusivas, seis aventuras de espionaje, seis experiencias visuales. Porque si el dibujante español ACO (con el entintador Hugo Petrus) está haciendo su opera magna hasta la fecha, con unas composiciones imposibles y una lección de narrativa creativa, no desmerece el im-pre-sio-nan-te trabajo de la colorista Rachelle Rosenberg para llevar a buen puerto esta atmósfera psicodélica tardosesentera. Una experiencia visual que, en su simpleza argumental, permite una constante relectura sólo por gozar de sus páginas.

50 – La increíble Masacre-Gwen, Vols. 2-4 (de 4)
de Christopher Hastings, Gurihiru, Irene Strychalski, et al. (Panini Comics)
El pato Howard de Steve Gerber, la Hulka de John Byrne, las diferentes encarnaciones de Masacre… y ahora La increíble Masacre-Gwen de Christopher Hastings y las Gurihiru. Todas ellas abrazaron en algún momento la ruptura de la cuarta pared, ese recurso metanarrativo del teatro según el cual la obra rompe sus reglas internas para interactuar con su público. Gwen Poole llegó al universo Marvel a través de una brecha interdimensional y ahora sabe que está en el mundo que habitan sus personajes favoritos de cómic, conoce todos sus secretos, la continuidad, los entresijos editoriales y, sí, la naturaleza efímera de su personaje si no consigue encontrar su hueco. Lo que en el primer volumen fue una propuesta simpática con más poso del esperable se ha convertido en un emotivo ejercicio de meta-narración en el que Gwen se plantea el papel de villana sin serie propia por la supervivencia, a dónde irán a parar sus secundarios o el trato que otros guionistas le darán. Además, tanto las Gurihiru como el apoyo de Irene Strychalski plasman a la perfección el viaje por la nada en la que habitan las viñetas de la serie gracias al inteligentísimo guión de Christopher Hastings. Un homenaje al universo Marvel y su editorial.
49 – Thanos, Vol. 3: Thanos vence
de Donny Cates, Geoff Shaw y Antonio Fabela (Panini Comics)
Donny Cates, el guionista de moda de la última hornada que se hizo un nombre en el panorama indie estadounidense antes de pasar a las grandes editoriales, goza del privilegio de haber colado tres de sus obras para Marvel entre lo mejor del año por tres propuestas muy diferentes que, sin embargo, tienen una cosa en común: no inventan nada, pero retuercen y saborean lo preexistente para contar historias que nunca se han contado con los personajes que maneja. En el caso que nos ocupa, el titánico Thanos es arrastrado al futuro por una versión apocalíptica de sí mismo que ya ha resultado victorioso en el universo Marvel. ¿Y qué ocurre cuando el Titán Loco ya tiene todo lo que deseaba? Que no es suficiente, y ahora necesita la ayuda de ese yo más joven. Tebeo reflexivo de pura acción cósmica en el que Cates se pone trascendental al representar a un Thanos en equilibrio perfecto entre Jim Starlin y la versión cinematográfica del personaje y, pese a todo, no se olvida de que está creando un producto de entretenimiento. Y aquí es donde entra el rocambolesco (y delicioso) concepto del Motorista Fantasma Cósmico. Un tercer tomo que, en realidad, es un integral autoconclusivo con toda la breve etapa del guionista acompañado en el arte por un Geoff Shaw a la altura con el que ya colaboró en la tragedia cósmico-sureña God Country. Palomitas bien entendidas para recién llegados y veteranos.
48 – Deathstroke, Vols. 3-4
de Christopher Priest, Diógenes Neves, Jason Paz, Jeromy Cox, et al. (ECC Ediciones)
Que Priest es uno de mis guionistas de cómic predilectos ya lo dejé claro en el Top del año pasado, donde este Deathstroke puntuaba muy alto por abrazar, como es habitual en el autor, la disrupción narrativa tarantiniana y sus ya famosos intertítulos meta. En los dos volúmenes de 2017 se dedicó a plantearnos la naturaleza del antihéroe y de un amplísimo elenco de secundarios cuyas historias se entrelazaban a través de los planes y engaños de Slade Wilson. Este año, por los efectos de un crossover con los Titanes, el protagonista tuvo un (aparente) cambio de actitud, un renacimiento (je), que le hizo poner sus servicios en manos del bien creando con aquellos secundarios un grupo atípico de héroes de alquiler: la Resistencia. Sin embargo, muchos son los cadáveres, literales y metafóricos, que ha dejado en su pasado y algunos secretos son imposibles de guardar. El pulso narrativo de Priest y su cautivador engranaje argumental sigue haciendo de Deathstroke una de las mejores series actuales de DC Comics (que continúa, pese a ese «último número» de la portada de ECC Ediciones…).
47 – Esposas prohibidas de siervos sin rostro en la mansión secreta de la noche del aciago deseo
de Shane Oakley (adaptando a Neil Gaiman) (Planeta Cómic)
Ya está: como ha escrito él el prólogo, ahora a vendernos la moto… Sois libres de verlo así, pero yo no voy a llevarme un duro de lo que pueda vender este tebeo, y mucha gente me ha hecho la pregunta, “¿Pero está bien?”. Lo primero a tener en cuenta es que esto NO lo escribe Gaiman, sino que Oakley adapta un relato de Gaiman recopilado en 2006 y Gaiman da su aprobación; la genialidad de la historia ya está en ese relato original. Así que lo segundo es que, sí, la adaptación de Oakley merece la pena si disfrutáis de este tipo de productos (o si tenéis alergia a esos cómics sin dibujos llamados libros). Opta por un dibujo expresionista y una maravillosa paleta de colores que acentúa la atmósfera ominosa y separa acertadamente los diferentes niveles narrativos de la historia. Y es que éste no es sólo un relato de terror, sino una parodia metanarrativa de los mismos, con un escritor frustrado tratando de escribir la novela gótica definitiva. Más que una historia, es un juego macabro del que yo he disfrutado siendo partícipe, literal y figuradamente.
46 – Doctor Extraño #26-33
de Donny Cates, Gabriel Hernández Walta, Jordie Bellaire, et al. (Panini Comics)
La segunda de las obras de Cates que entra en la lista y también ha aportado algo relevante al universo Marvel es la toma del testigo del Doctor Extraño de las manos de un simplemente cumplidor Jason Aaron que purgó al personaje de su impostada gravedad habitual para fabricar una versión accesible al público con motivo de su llegada al cine. Cates, como en el resto de sus obras Marvel, abrazó lo que le legaron, pero al mismo tiempo clavó sus garras en la continuidad de su universo más allá de las órbitas de Extraño. Así, su primera historia lo conectaba con Asgard al perder su manto de Hechicero Supremo en favor de Loki para, finalmente, recuperarlo junto al resto de sus poderes mágicos que la etapa previa le había robado. Épica, humor, dramatismo y un gran dominio de los giros de guión y cliffhangers que culminó con un microevento a cuatro manos con el guionista Nick Spencer para despedir la etapa en un fin de fiesta infernal con Vengadores poseídos por Espíritus de la Venganza, casinos gestionados por el mismísimo Demonio, un no-grupo de personajes de segunda fila con la condenación como único nexo de unión, y calaveras, llamaradas, cadenas y heavy metal atronando un adiós que nos supo amargo porque Stephen llevaba mucho tiempo sin disfrutar tanto.
45 – Paletos Cabrones, Vol. 4: Lo que hay que tener
de Jason Aaron, Jason Latour y Chris Brunner (Planeta Cómic)
Tras numerosos retrasos (por asuntos familiares) y con un parón programado después de este cierre de una etapa llegaba el momento de la definitiva venganza de Roberta Tubb contra el entrenador Euless Boss, cuyo camino de sangre ilustra literal y metafóricamente la portada del volumen. El crescendo de este drama sureño había sido cebado desde el epílogo del primer tomo y el principal antagonista se había ido convirtiendo en el personaje principal mientras la desgracia provocada por él mismo iba salpicando a un entorno cada vez más enfermizo. Las consecuencias de todo ello convergen en un, en cierto modo, anticlimático fin de ciclo cuya violencia nos salpica mientras terminamos de entender al cabronazo irredento en torno al cual gira esta historia. Entenderlo no significa empatizar en lo más mínimo con él, pero este «Lo que hay que tener» termina por desnudarlo de toda cualidad y demostrando que, efectivamente, él no lo tiene. Sangre y mierda es todo cuanto Craw County puede ofrecer.
44 – Sex Criminals, Vols. 2-3
de Matt Fraction y Chip Zdarsky (Astiberri)
Después de un primer volumen que era pura comedia, el segundo empezaba a redefinir la serie y convertirla en algo más personal y hasta pedagógico. El tercer tomo consolida el camino a seguir mientras ahonda en los secundarios y sus peculiaridades sexuales. En este aspecto, destaca el capítulo dedicado a representar a un personaje asexual y cómo este aspecto de su identidad le ha marcado a lo largo de su vida, desde la infancia hasta la edad adulta. Por el camino, no falta el humor habitual, elementos de un incipiente drama, nuevos personajes y una serie de pasajes brillantes de metanarrativa que se entienden mucho mejor si se conoce la carrera de ambos autores. Sex Criminals recupera aquí el ritmo que se había ralentizado en el volumen anterior y, si bien aquí no es trepidante, sí que quedan claros los objetivos de la serie. Si teníais dudas sobre continuar con ella, éste es el tomo decisivo sobre lo que podéis esperar en el futuro.
43 – Exiliados, Vol. 1 (de 2): La prueba del tiempo
de Saladin Ahmed, Javier Rodríguez, Álvaro López y Chris O’Halloran (Panini Comics)
Que el cómic de superhéroes es, ante todo y prácticamente en su totalidad, un mero producto de entretenimiento es algo que la mayoría damos por hecho, pero que demasiado a menudo se da por hecho y las grandes editoriales se olvidan de ello, tomándose demasiado en serio a sí mismas o preocupándose en exceso por unos resultados económicos que por la integridad de sus obras. Sin embargo, raro es el tebeo que dibuja Javier Rodríguez en el que se cumpla ese defecto, ya que el asturiano suele abordar sus páginas y diseños desde la pura diversión, habiéndose convertido en garantía de aquel entretenimiento. Con los guiones de uno de los últimos grandes fichajes Marvel, Saladin Ahmed, recuperan la cabecera mutante de los viajeros interdimensionales, Exiliados, abriéndola a otras «especies» y lanzándolos a una aventura imposible en la que las realidades están siendo destruidas por el llamado Devorador de Tiempo. Tiempo es lo que les falta en una serie de aventura a contrarreloj en la que cada número se sostiene por sí mismo mientras vamos descubriendo nuevos detalles sobre lo que está ocurriendo realmente. Universos cartoon, bélicos, futuristas, de piratas rocosos… Un festival de coloridos fuegos artificiales hecho cómic.
42 – La mujer leopardo
de Schwartz y Jann (Dibbuks)
Continuación directa de El botones de verde caqui, si aquella aventura del clásico personaje de la bande dessinée nos llevaba a la Bruselas ocupada por los nazis durante la II Guerra Mundial, en esta ocasión Spirou se enfrenta a las secuelas de la misma en 1946. Alcohólico, marcado por la desaparición de su amada en un campo de concentración, el mítico botones se verá envuelto en un misterio alrededor de un ídolo tribal africano que le acabará llevando al Congo belga. En efecto, este tomo contiene dos álbumes complementarios, donde el misterio de la mujer leopardo del primero les llevará a una de las colonias de Bélgica en la que se criticará (someramente) la mala gestión y el imperialismo, como una respuesta contemporánea y más progresista a la infame Tintín en el Congo (incluso con referencias directas y cómicas). Una aventura muy divertida, en cualquier caso.
41 – El niño brujo
de Molly Knox Ostertag (Harper Collins)
Las niñas deben aprender brujería, hacer pociones, realizar hechizos protectores y demás magia defensiva. Los niños, que son más fuertes, tienen que desarrollar una magia de transformación para convertirse en animales que puedan defender el pueblo de otras criaturas. Y así debe ser siempre, porque si alguien intentara invertir esos roles se convertiría en una criatura peligrosa y antinatural… o no. Molly Ostertag desarrolla aquí como autora completa una historia para todos los públicos que gira en torno a la subversión de los roles de género abrazando otras masculinidades distintas a la tradicional tan tóxica. Y lo hace sin sermonear, utilizando la magia y la fantasía como vehículo para su mensaje, facilitando así que lo lea un público infantil al que sería aconsejable mostrar más obras de este tipo. Porque hay niños a los que les gusta hacer “cosas de chicas” y niñas a las que les gusta hacer “cosas de chicos”. Obras como la de Ostertag ayudan a desterrar estas nociones, poco a poco.
40 – Los malditos, Vol. 1: Antes del diluvio
de Jason Aaron, r.m. Guéra y Giulia Brusco (Planeta Cómic)
El Dios del Antiguo Testamento, el Dios de los hebreos y después de los cristianos, el Yahvé primigenio, era un dios iracundo y caprichoso, o lo fue con los seres humanos una vez que expulsó a Adán y Eva del paraíso. La descendencia de estos, Caín y Abel, es famosa por haber inventado un concepto: el asesinato. Desde que Caín mató a su hermano, el mundo (que debió poblarse mediante el incesto sistemático, por mera cuestión de que todo parta de un hombre y una mujer) se curtió en la violencia y la sangre para conseguir los propios fines. Pero el hombre que porta esa culpa, la carga de haber introducido la semilla de la destrucción en el mundo, fue condenado por ese Dios vengativo a vagar por la tierra sin poder morir a manos del hombre. Ahora busca desesperadamente la muerte en un planeta que, como reza el artículo introductorio de Adrián Esbilla, es tan preapocalíptico como postapocalíptico (como ya ocurriera, salvando las distancias, con el Noé de Aronofsky, Handel y Henrichon —reseñado aquí por mí, aunque hayan borrado mi autoría—), y construye sus pilares en sangre, barro y mierda. Jason Aaron escribe la cara oscura de su Thor, cambiando la mitología nórdica por la hebrea y mostrando, a través del trazo feísta de Guéra, la suciedad de un mundo corrupto antes del Diluvio. Hay que ducharse después de leerlo.
39 – La casa de la penitencia
de Peter J. Tomasi, Ian Bertram y Dave Stewart (Planeta Cómic)
Una de las herramientas más manidas para dar empaque a una historia de terror, que siempre va a tener cierto componente inverosímil, es la de basarla en una historia real. Sin embargo, aunque sus autores parten de esa pesadilla escheriana que es la mansión Winchester eternamente construida por penitentes y personas con pasado oscuro, la locura de la matriarca enseguida adquiere una estética de horror sobrenatural… aparentemente. El guión de Tomasi juega de forma competente a la ambigüedad y los trazos enfermizos de Bertram, salpicados por el abrumador color de Stewart, abrazan lo imposible para entrar en una comunión infernal en la que acabamos escuchando los martillos aporrear en nuestro cerebro. Terror atmosférico que te estrangula con los tentáculos de la culpa.
38 – Rayo Negro: La colección completa
de Saladin Ahmed, Christian Ward, et al. (Panini Comics)
Marvel y Disney querían una nueva franquicia que explotar en su oferta audiovisual, y aún no contaban con los derechos de los mutantes que pertenecían a Fox. Así pues, optaron por subir de categoría a otra de sus especies, los Inhumanos, con la cuestionable decisión de alimentar una rivalidad contra los mutantes como si pensaran sustituir a unos por otros, cuando lo único que buscaban era elevar la importancia de Rayo Negro y los suyos. La adaptación fue un desastre, la respuesta en los cómics fue contraproducente pese a una serie principal sólida, y sus enfrentamientos con la Patrulla-X fueron realmente infames. Pero en aquel desierto hubo un oasis, este drama carcelario del entonces novelista Saladin Ahmed y el lisérgico Christian Ward protagonizado por el desposeído monarca inhumano. Lo que debió ser una miniserie se amplió un arco más por el éxito de crítica (y la promoción de la serie de TV) y esa ampliación arrancó dubitativa, pero su conclusión estuvo a la altura, dejándonos un interesante pedazo de historia inhumana con una propuesta gráfica muy personal. [Reseña completa]
37 – Desastre
de Mamen Moreu (Astiberri)
Todas las rupturas son, de un modo u otro, traumáticas. Aunque sean de mutuo acuerdo o incluso propuestas por ti. Requieren de un periodo de adaptación a una nueva situación, al alejamiento de una persona con la que has compartido un pedazo de tu vida y a una serie de nuevas (y viejas) decisiones que tienes que tomar para reconducirte de un modo u otro. En definitiva: un pequeño Desastre. Si a esto le sumamos las inseguridades y problemas frecuentes de ser una persona adulta (el trabajo, las amistades, la búsqueda de piso…), tenemos un cóctel de reestructuración vital difícil de tragar. Aunque también es un terreno abonado para la comedia (no sin pequeños espacios para el drama que surge de la propia ruptura) y Mamen Moreu lo ha sabido explotar debidamente en la que es su segunda obra extensa. Nadie que haya experimentado el final de una relación amorosa va a quedarse sin su parcela de identificación con lo que le ocurre a la protagonista, ya que, dejando a un lado las puntuales exageraciones cómicas, se siente que Desastre nace de experiencias reales.
36 – El hombre garabateado
de Serge Lehman y Frederik Peeters (Astiberri)
Las mitologías de las que bebe el continente europeo han sido fuente de múltiples historias, adaptaciones y reimaginaciones. Lo que no es tan frecuente es que se aborden desde un género aparentemente desligado de ese elemento mítico. En realidad, esto es lo que tiene de mágica la propuesta de Lehman y Peeters, que recogen algunos de esos elementos mitológicos para plantear un thriller fantástico marcado por la venganza y un terror que acecha a sus protagonistas desde el pasado. Siendo su única pega lo apresurado de un tercer acto que pasa en un suspiro, la propuesta gráfica bitono de Peeters, que se aleja de sus territorios más transitados, mantiene el interés y la tensión a lo largo de toda la obra con un antagonista magnético y monstruoso. Adictivo entretenimiento despreocupado con un trasfondo inesperado que, si acaso, podría haberse explotado más, pero que también es coherente con su propuesta.
35 – La Gran Novela de la Patrulla-X, Vol. 1 (de 3): La Patrulla-X original
de Ed Piskor (Panini Comics)
Ejercicio de estilo con naturaleza enciclopédica destinado a resumir la historia mutante del universo Marvel desde el prisma actual, con las convenientes adaptaciones vía retrocontinuidad para dar sentido a más de 50 años de publicaciones como una única historia río. Piskor, que ya hiciera algo similar con su otra pasión en Hip Hop Family Tree, repasa la mitología mutante desde su concepción en los años 60, adelantando ya la llegada del Fénix como auténtico desequilibrador y punto de inflexión en el devenir del universo Marvel en general y de la Patrulla-X en particular. Y aunque la culminación llegará en el próximo volumen de la trilogía, aquí ya se establece a Jean Grey como alma del grupo. Estética pseudo-retro, lenguaje de cómic clásico, guiños y fan-service como bandera y un personalísimo estilo gráfico en el que destaca su uso del color hacen de La Gran Novela de la Patrulla-X el libro-objeto perfecto para cualquier aficionado a los mutantes marvelitas.
34 – Un tipo duro
de Jeff Lemire (Astiberri)
¿Cómo serían los Paletos Cabrones en Canadá? Pues, por una parte, más educados, y por otra, más dramáticos. Así, Lemire nos lleva a un pueblo del interior del país de la hoja de arce, aunando la frialdad trágica del norte de Europa con la visceralidad violenta del sur de Estados Unidos, cambiando el fútbol americano por el hockey sobre hielo canadiense. Es la historia de un exdeportista acabado y alcohólico, con tendencia a meterse en problemas por una adolescencia traumática con la figura paterna en el centro del drama, y de su hermana, la niña a la que abandonó cuando se marchó del pueblo y que ahora es una mujer con sus propios problemas. Una historia sobre heridas mal curadas, recuerdos enterrados y la necesidad de enfrentarse a ellos cara a cara para escapar de la prisión del pasado y salir adelante.
33 – Veneno #11-12
de Donny Cates, Ryan Stegman, J. P. Mayer y Frank Martin (Panini Comics)
Si la última obra de Cates que se cuela en esta lista no está en un puesto más alto es sencillamente porque sólo se han publicado 3 números USA de la colección en España. A partir del siguiente número (ya publicado en enero) es cuando la colección explota, sus viscosos tentáculos negros se enraízan en el universo Marvel y las millones de posibilidades que pueden brindarnos los simbiontes comienzan a manifestarse. ¿Quién le iba a decir a Veneno que 2018 sería el año en el que, por fin, se empezaba a publicar la primera serie verdaderamente interesante y de calidad de su historia editorial? ¿Tan difícil era? Todas aquellas personas que no se hayan acercado antes al personaje por encarnar buena parte de lo más representativo y terrible de los años 90 tienen aquí un punto de acceso perfecto, repleto de acción, mitología Marvel, entretenimiento puro y terror espectacular. Cates abraza los excesos de los 90, los limpia de polvo y paja y les da entidad para que lleguemos a preocuparnos por el destino de un monstruo hecho de hilillos de plastilina negra. Como el corazón de su guionista.
32 – Clase Letal, Vol. 6
de Rick Remender, Wes Craig y Jordan Boyd (Norma Editorial)
El volumen anterior supuso el comienzo de una nueva etapa, si bien estuvo cargado de sorpresas y algunas de ellas marcan por completo el destino de los protagonistas de este sexto tomo, tanto para viejos conocidos como para personajes de nuevo cuño. Brillan especialmente estos últimos porque, con sus muchos claroscuros, se han enraizado a la perfección en el corazón de la serie, justificando el espacio que ya ocupan. De hecho, si Clase Letal no está más arriba en este top es por la naturaleza pausada del volumen, más centrado en momentos de personajes que en avanzar la trama. Un necesario tomo de transición que sirve, a su vez, de reunión de amigos (y enemigos), medida de lealtades y resolución de cuentas pendientes. Tan excesiva, entrañable y fluida como siempre, en buena parte gracias a un Wes Craig que sigue en estado de gracia.
31 – Runaways, Vol. 1: De vuelta a casa
de Rainbow Rowell, Kris Anka y Matthew Wilson (Panini Comics)
Cuando una editorial corre a publicar una serie por el mero hecho de que va a contar con una adaptación televisiva o cinematográfica, rara vez funciona como producto, o no desde el principio, y para cuando levanta el vuelo ya es hora de cancelarla. Pero, hey, en esta ocasión le habían encargado una obra sobre adolescentes a una novelista que ya escribía exitosamente sobre adolescentes, y le adjudicaron un equipo creativo ideal con el estilizado Kris Anka y uno de los mejores coloristas del mundillo, Matt Wilson: había que probar… y vaya si merecía la pena. Rainbow Rowell, proviniendo de un medio ajeno al cómic, no sólo se adapta a la perfección a su lenguaje, sino que cuenta algo nuevo dando a cada personaje su propia voz y sin desechar nada de la historia previa del grupo o lo vivido por sus integrantes desde que se separaran. Una lección de cómo escribir adolescentes, de cómo hacer un cómic divertido, dramático, sentido y sólido en torno a nuestra «familia escogida».
30 – Las escalofriantes aventuras de Sabrina, Vol. 1
de Roberto Aguirre-Sacasa y Robert Hack (Norma Editorial)
Hace cuatro años la editorial Archie Comics se reinventó y creó una línea de terror que sorprendería a todos con El más allá con Archie, su éxito resultaría en este spin-off de la bruja adolescente que acaba de ser adaptada al audiovisual por Netflix. Por contraposición a la serie de TV, la historia vuelve a los años 60 que vieron nacer al personaje, pero esta vez la joven se verá rodeada por una atmósfera insana, condicionada desde el momento de su concepción: su padre, brujo, rompió las reglas de su orden al yacer con una mujer mortal. El híbrido que resultó de aquella relación acabó con su padre condenado, su madre enloquecida… y la antigua amante suicida de su padre regresando de entre los muertos para vengarse en el decimosexto cumpleaños de Sabrina, la fecha que marca el aquelarre para el bautismo oscuro de las aspirantes a bruja. La decisión de escoger la vía de la luz, y vivir como mortal, o la vía de la noche, y entregarse a la brujería, se realiza ante Satán encarnado… y esa será una noche que Sabrina jamás olvidará. Sensual, oscura, sangrienta, adulta… y divertida. Muy recomendable para fans de las revistas clásicas de terror.
29 – Una mujer de la era Shôwa
de Kazuo Kamimura e Ikki Kajiwara (ECC Ediciones)
Una niña sobrevive a los bombardeos de Japón durante la II Guerra Mundial para ver cómo su padre, un opositor político, la abandona y su madre paga el precio con una paliza mortal. Así, la joven Shôko se verá obligada a valerse por sí misma, escapar de los abusos de la posguerra, y encontrar la manera de hacerse valer en un estricto reformatorio donde pasará una compleja adolescencia. El autor de esa joya que es El club del divorcio se unió en los años 70 al guionista Ikki Kajiwara para realizar esta obra que, aunque inconclusa, llega a un final coherente y construye a una protagonista tan fría y resolutiva como hábil y hermosa. Una obra dura, intensa, con planteamientos complejos, que (a pesar de una puntual decisión cuestionable de traducción) merece la pena ser descubierta.
28 – Motor Girl
de Terry Moore (Norma Editorial)
Cuando una historia comienza en un desguace, con una mecánica charlando con su compañero de trabajo (que es un gorila parlante) poco antes de presenciar el avistamiento de un ovni pilotado por alienígenas de dibujos animados, y acaba haciéndote llorar después de una serie de puñetazos en el estómago, sabes que estás ante algo especial. Terry Moore, como autor consolidado que ya se autoedita, rara vez va a comenzar un nuevo proyecto si no tiene realmente algo que contar, y hacer que su protagonista principal sea una joven veterana de guerra apunta de forma directa a la temática de fondo que quería reflejar en esta historia de ciencia-ficción salpicada de slapstick y humor absurdo con un estilo cartoon buscado. La mejor manera de leer Motor Girl es acercarse sabiendo lo mínimo posible y dejándose llevar por una historia que te atrapa por unos motivos y te zarandea por otros, mientras disfrutas con el corazón en la garganta. Es probable que esta pequeña reseña ya haya dicho demasiado, pero era casi un deber llamaros la atención sobre una de las obras más emotivas del año que ha pasado demasiado desapercibida. [Reseña completa]
27 – Belleza
de Kerascoët y Hubert (Astiberri)
¿Es la belleza un don o una maldición? A menudo tendemos a tratar mejor a las personas atractivas que a las que no lo son, incluso llegando a la humillación, sobre todo a ciertas edades, cuando la hermosura nos elude. Pero ser la mujer más bella en un entorno medieval donde reyes y príncipes son capaces de ir a la guerra por el trofeo de una conquista amorosa puede traer auténticas desgracias. Esta es una de las consecuencias en las que no pensó la protagonista de Belleza cuando, al ofrecérsele mágicamente semejante don, lo aceptó sin reservas. Como un cuento tradicional narrado con sensibilidad contemporánea, alejada de maniqueísmos y repleta de claroscuros, las moralejas quedan enterradas por el poder de una narración en la que todos los personajes son más que falibles. [Reseña completa]
26 – Pulse Enter para continuar
de Ana Galvañ (Apa-Apa Comics)
Geometría psicotrópica y estética minimalista para presentar una serie de relatos sin relación argumental entre sí, que van desde una versión más surrealista pero menos basta de Joan Cornellá, hasta un capítulo autoconsciente de Black Mirror cargado de inesperada mala baba. La mayor parte de la obra es muda, y el resto emplea texto solo cuando la historia lo pide, lo cual aumenta la inmersión que Ana Galvañ está buscando, provocando que cada paso de página se acelere o ralentice en función del viaje introspectivo que cada lector esté realizando sumergido en la electricidad de los colores. Pocas obras consiguen con tan (aparentemente) poco ofrecer una experiencia lectora tan diferente, tan inesperada. Una lectura que no se lee, sino que se vive, y casi se bebe.
25 – Kate Bishop: Ojo de Halcón, Vols. 2-3 (de 3)
de Kelly Thompson, Leonardo Romero y Jordie Bellaire (Panini Comics)
Si el primer volumen de la serie de Kate Bishop trataba sobre encontrarse a sí misma, el segundo y el tercero encuentran su punto de apoyo en la comprensión de lo que eso significa a través de una serie de misterios que implican a sus padres. Pero, evidentemente, la serie que ha dado entiedad a Kelly Thompson no es un drama familiar sino un thriller detectivesco repleto de acción y aventuras con el particular sentido de humor de una protagonista que siempre tiene respuesta para todo. Se consolida el elenco de secundarios, se recupera a la villana que ya es su némesis, Madame Máscara, e incluso su mentor, Clint Barton, para un gran final que acabará desembocando en una nueva cabecera para el año que viene: la reunión de unos nuevos Vengadores de la Costa Oeste. También se confirma a Leonardo Romero como uno de los aspirantes a estrella de la editorial, con un estilo clásico y moderno al mismo tiempo cuyo dinamismo insufla vida, velocidad y entretenimiento a cada página. Un flechazo, valga la redundancia.
24 – La balada del viento y los árboles, Vols. 1-2
de Keiko Takemiya (Milky Way Ediciones)
¿Por qué una obra publicada en los años 70 se incluye en una lista de novedades de 2018? Sencillamente porque nunca había sido editada antes en nuestro país. La mangaka Keiko Tamekiya dio con esta obra el pistoletazo de salida al subgénero del amor homosexual entre hombre en el manga, y lo hizo con una obra en verdad desgarradora. Homofobia, clasismo y hasta racismo son algunos de los temas que aparecen en la Francia de finales del siglo XIX en la que se emplaza el instituto masculino en el que estudian y residen los protagonistas. Como si de una fuerza de la naturaleza se tratara, el trágico Gilbert se convierte en catalizador de las pasiones de todos cuantos le rodean, algo que ha aprendido a utilizar a su favor, convirtiendo su cuerpo en vehículo de sus intereses debido a un profundo autodesprecio y a una falta total de cariño real en su vida. La llegada del mestizo Serge Battour promete cambiar eso, no sin graves complicaciones, aunque sí con una narrativa visual imponente y detallista que atrapa por completo al público. Oscuramente magnética.
23 – La Edad de Oro, Vol. 1 (de 2)
de Cyril Pedrosa y Roxanne Moreil (Norma Editorial)
Si yo describiera esta obra como un cómic europeo de ambientación medieval sin aparentes elementos fantásticos, la primera imagen que nos vendría a la cabeza sería una de cierto clasicismo, el enésimo representante de la bande dessinée tradicional de dibujo realista y detallado. Sin embargo, de ser así, nunca habría llamado mi atención ni habría entrado en esta lista. La edad de oro es una imaginativa delicatessen visual que aborda las intrigas palaciegas y una revolución popular desde la perspectiva de una princesa injustamente destronada con una explosión de color. Así pues, no es del todo cierto que no hay fantasía en la obra de Cyril Pedrosa y Roxanne Moreil, ya que, si bien no está presente a nivel argumental, sí lo está en sus composiciones de página, su magia a la hora de colorear las páginas y ambientar las escenas… Alejándose del realismo, abraza un expresionismo explosivo que atrapa al instante con solo hojear el tomo. La primera mitad de una joya.
22 – Saga, Vol. 8
de Brian K. Vaughan y Fiona Staples (Planeta Cómic)
Tras el desgarrador volumen anterior, la intensidad debía relajarse en la serie más multipremiada de la década, y Vaughan y Staples volvieron a cumplir… sin olvidarse de tratar temas de actualidad con su habitual pátina de humor ácido y mordiente. En este caso, el viaje espacial nos llevará a un planeta en el que se oculta (o no) una de las clínicas abortivas clandestinas más importantes de la zona, así como unos no demasiado amistosos vecinos conservadores que ven con malos ojos a los clientes del establecimiento. Sin cortarse un pelo, Saga sigue tan descarada y directa como siempre, mientras la historia de la familia sigue dando pasos clave en su evolución hacia un próximo tomo que promete ser verdaderamente trágico… y que además pondrá la serie en hiato durante al menos un año. Hasta entonces, saboreemos estas páginas en la que tanto el guionista como, en especial, la artista siguen ofreciendo lo mejor de sí, aunque el relato haya tomado este alto en el camino para explorar otros temas.
21 – El inmortal Hulk #76-77
de Al Ewing, Joe Bennett, Ruy José y Paul Mounts (Panini Comics)
Apenas contamos con dos episodios publicados en España, pero no es arriesgado afirmar desde ya que El inmortal Hulk de Al Ewing y Joe Bennett no va a ser un tebeo de superhéroes más y merece estar en esta lista. Explorando la naturaleza psicológica de la «dolencia» de Bruce Banner, abrazando tanto lo literario de la dualidad Jekyll/Hyde como lo jungiano del reflejo y la sombra, Ewing aborda al monstruo desde la propia naturaleza humana. A caballo entre el relato de terror clásico y los tebeos protagonizados por antihéroes, Banner se sumerge en la pesadilla cruel que en ocasiones aflora en nuestro subconsciente, con la diferencia de que en su caso esta toma cuerpo y lleva a cabo esas atrocidades que nunca nos plantearíamos realizar realmente. ¿Bruce es el hombre, es el monstruo… o es ambos? Bennett, sin ser ningún virtuoso, entrega un buen trabajo con sugerentes composiciones de página, si bien las tintas cargadas de Ruy José y los envolventes colores de Paul Mounts son los que redondean la propuesta más interesante de la Marvel más reciente. [Reseña completa]

20 – Atelier of Witch Hat, Vols. 1-3
de Kamome Shirahama (Milky Way Ediciones)
La magia, en las manos equivocadas, puede resultar muy peligrosa. Es por esto que, en el mundo de la pequeña Coco, la magia está vedada a todas aquellas personas que no hayan nacido con ella… pero Coco es una niña muy curiosa que, además, admira todo lo referente al mundo mágico. Cuando descubra el gran secreto de los magos, la joven se verá arrastrada a ese mundo donde comenzará a desvelar sus entresijos. Todo ello con un dibujo y una serie de ilustraciones por parte de la mangaka Kamome Shirahama que se salen de la norma en este tipo de mangas para mostrar escenarios, prendas y elementos realmente detallados que de verdad transportan a los lectores a un paisaje mágico. Por si fuera poco, la editorial Milky Way regaló con el primer tomo un art-book con bocetos, ilustraciones a color y toda una serie de detalles gráficos sobre la serie que no se podían dejar escapar.
19 – Los Picapiedra: Integral
de Mark Russell, Steve Pugh, Chris Chuckry, et al. (ECC Ediciones)
En el año 2016, DC Comics relanzó su universo con la iniciativa Renacimiento, pero no fue la única propiedad a la que hicieron un lavado de cara. En paralelo a este movimiento editorial surgió una nueva hornada de títulos provenientes de la línea nostálgica Hanna Barbera, pero todos ellos con un giro poco usual, alejado de su tradicional público infantil. Así nace, entre otras, Los Picapiedra de Mark Russell y Steve Pugh, que retorció el clásico de animación para convertirlo en una sátira política, un comentario (moderadamente) crítico con el capitalismo, la religión y otros aspectos de nuestra sociedad, probablemente recuperando algunos cartuchos de la futurista y, por desgracia, difunta Prez que fue cancelada en su ecuador en la anterior hornada de DC Comics. Realmente divertida, inteligente, reflexiva y con más poso del que cabría esperar de una comedia, Los Picapiedra es uno de los mejores tebeos que ha publicado la editorial en los últimos tiempos.
18 – El príncipe y la modista
de Jen Wang (Sapristi)
Buena parte del miedo a aceptar quiénes somos proviene del miedo a que las personas que nos importan puedan no aceptar quiénes somos, y la adolescencia es un campo abonado a este tipo de pensamientos, a inseguridades, a juicios y prejuicios. Si a esto le añadimos la peculiaridad de pertenecer a la realeza, la situación se complica considerablemente. Es en este escenario en el que aterriza una joven modista que es llamada a palacio para prestar sus servicios en la corte, siendo su especialidad unos diseños estrambóticos para vestidos que nadie más está confeccionando en la época. Una historia adorable sobre el amor, la identidad, la aceptación y el peso de la familia. Con tanta calidez como valor empático y educativo para todos los públicos lectores.
17 – Mr. Milagro #1-11 (de 12)
de Tom King y Mitch Gerads (ECC Ediciones)
«Pero, doctor… yo soy Pagliacci». El escapista Scott Free, entretenimiento de masas conocido como Míster Milagro, es también el hijo del Alto Padre de Nueva Génesis, criado en la Apokolips del todopoderoso tirano Darkseid… algo que ciertamente deja cicatrices físicas y, sobre todo mentales. Darkseid es. Este es el trasfondo del interesantísimo arranque de una nueva serie para adultos del guionista de La Visión u Omega Men, adentrándose en este caso en el Cuarto Mundo del universo DC. Vaya por delante que este fue mi primer contacto con el personaje y su entorno, más allá de cameos puntuales en Los 7 Soldados de la Victoria de Grant Morrison o la exploración de este mundo a través de Orión en la Wonder Woman de Brian Azzarello. Darkseid es. Con estas carencias, siendo un no iniciado en la historia de Scott Free, puede apreciarse igualmente muchas de las virtudes Tom King bueno, con múltiples posibilidades (casi todas trágicas o dramáticas) y el característico lirismo de su prosa. Dejando a un lado lo incomprensible de que Big Barda no tenga un espacio en el título de la obra, dada su importancia capital en la obra, o que su resolución (de próxima publicación) no está a la altura de su desarrollo, no hay duda de que es una de las obras más interesantes del año en el ámbito del cómic mainstream. Y es que, pese a todo, Darkseid es. [Reseña completa]
16 – El fruto prohibido
de Liv Strömquist (Reservoir Books)
El tebeo documental no es un género frecuente, y mucho menos frecuente es que llegue a nuestras librerías. Si además hablamos de uno que emplea el humor como herramienta para educar, haciendo gala de un docere et delectare contemporáneo, resulta casi imposible encontrarlo. Sin embargo, Liv Strömquist ha entregado un divertidísimo ensayo sobre todo lo que rodea al órgano sexual femenino. Evidentemente, el dibujo no es el fuerte de esta obra, ni lo pretende, sino la abundancia de datos y documentación acerca del trato recibido por la vulva y sus alrededores a lo largo de la Historia: los puntos de inflexión en los que la masturbación o la menstruación pasaron de ser algo divertido, necesario o incluso sagrado a algo sucio y pecaminoso; el “descubrimiento” del clítoris, las creencias sobre sus funciones o el hecho de que aún a día de hoy se le represente únicamente como el glande que asoma en lugar de toda su extensión; o, en general, la descripción de todo lo que rodea a la sexualidad femenina siempre por contraposición a la masculina (y, por lo general, marcada como una versión defectuosa de esta última). De todo esto y mucho más informa Strömquist de una manera amena y, de verdad, de reír a carcajadas (mientras te cabreas de forma progresiva).
15 – El club del divorcio, Vol. 2 (de 2)
de Kazuo Kamimura (ECC Ediciones)
Si el primer volumen se centraba en exponer los pesares de ser una joven madre divorciada en la sociedad japonesa de los años 70 a través de la dueña del prostíbulo que da título a la obra, este segundo se centra en la caída en desgracia de su negocio, la cruda realidad de la reacción de sus trabajadoras con la progresiva pérdida del club y los intentos de reconexión con un pasado menos complejo. A través de su relación con su madre y, sobre todo, su hija, Kamimura presenta un amargo contraste de inocencia al tono decadente que sigue predominando, con ese amor aparentemente imposible que le profesa su único trabajador fiel y el fantasma de su divorcio como carga constante. El trazo delicado que tan perfectamente acentúa las emociones de los protagonistas acompaña durante toda la obra a la sutileza de los diseños de página, especialmente hermoso en los arranques de cada capítulo, con ese ojo que nos observa desde la página, una lágrima desbordándose de forma perenne.
14 – Sunstone, Vol. 5 (de 5)
de Stjepan Šejić y Linda Lukšić Šejić (Panini Comics)
Tras el doloroso cliffhanger del tomo anterior, llegó el momento de la resolución y final de la primera etapa de Sunstone, la serie que, con la excusa del bondage y el BDSM, nos ha contado una de las historias de amor más bonitas, dolorosas y creíbles del cómic de los últimos años. Empezó como una relación meramente sexual, siguió como un enamoramiento inconfeso, y el cuarto tomo nos dejó con el corazón en un puño a la espera de un desenlace que ya está aquí. Es muy difícil no terminar de leer este tomo con una sonrisa, que arrastramos desde la mitad de la lectura, cuando una de las protagonistas encuentra el modo de expresar sus emociones y pedir disculpas a través de lo que mejor se le da: la ficción. Tiemblas, sufres y dudas como en cualquier otra historia romántica en la que sabes que ambas personas se quieren, pero no saben cómo transmitirlo y cualquier error puede ser fatal. Un bonito lazo (bien apretado) coronando nuestra primera incursión en este mundo que han creado los Šejić.
13 – La Sociedad de los Dragones de Té
de Kay O’Neill (Brúfalo Lector/La Cúpula)
Entre la infancia y la adolescencia empieza a llegar ese momento en el que cuestionamos lo que nuestros progenitores defienden que es lo mejor para nuestro futuro. Y cuando llegan las preguntas sobre quiénes queremos ser y a qué queremos dedicarnos, lo normal es aceptar lo que venga irreflexivamente o sumergirnos en un mar de dudas. En este punto se encuentra la protagonista, una aprendiz de herrero, cuando los dragoncitos de té llegan a su vida, unas extrañas criaturas que, como si de bonsáis se trataran, nunca crecen más allá de su apariencia infantil, pero requieren de unos cuidados específicos: las flores que crecen en su cabeza deben ser cultivadas correctamente para que después puedan emplearse para hacer infusiones. Cada especie de dragón representa una variedad diferente de té, desde el juguetón y rollizo Rooibos rojo hasta el noble y grisáceo Earl Grey. Un relato precioso sobre la amistad, nuestras primeras decisiones vitales y la responsabilidad, perfecto para el público que esté en la misma etapa vital que su protagonista, pero disfrutable para todas las edades.
12 – Francine se desarregla
de Francine Oomen (Ediciones B)
Algunas obras autobiográficas, a menudo tratando tangencialmente temas de interés social, hacen que te sientas identificado con ellas. Otras las lees solo en busca de informarte y desarrollar tu empatía respecto a un problema o una situación concreta. Siendo que la obra de Francine Oomen, autora de libros infantiles ilustrados, trataba de su experiencia personal con la menopausia y cómo sus síntomas afectaban a sus propios problemas personales, pensé que pertenecería al segundo grupo y… me equivocaba. En efecto, invita a trabajar la empatía y ayuda a entender actitudes y comportamientos en las mujeres que sufren «el cambio» a nuestro alrededor, pero esta autodenominada memoria gráfica habla de la impotencia frente a las transformaciones personales fuera de nuestro control. Habla de inseguridades físicas y mentales, respecto a nuestras capacidades o nuestra creatividad. Y habla de cómo estas alteraciones acaban afectando a nuestros seres queridos y a nuestro entorno porque el tiempo no se para mientras tratamos de superar nuestras crisis y, frecuentemente, hacemos daño a quien no lo merece, a pesar de que los que más daño nos hacemos somos nosotros mismos. Esta obra es tanto una ventana como un espejo, seas quien seas.
11 – La aguja
de Simon Spurrier, Jeff Stokely y André May (Planeta Cómic)
Tomen el género de la fantasía y el de la ciencia-ficción más aventurera, contraten al Estudio Ghibli para agitar la mezcla con una batidora de Moebius, y sírvanlo en un cuenco de thriller de misterio, espolvoreando una pizca de intriga palaciega para una adecuada presentación. En los últimos tiempos, parece que Simon Spurrier ha optado por revitalizar el género fantástico en los tebeos, ya sea trabajando con licencias ajenas (Cristal Oscuro, Dentro del laberinto, el universo Sandman con The Dreaming) o con creaciones propias (Disenchanted, Godshaper, Coda). Moviéndose siempre a caballo entre varios géneros, no termina de casarse con ninguno pese a sus referentes más o menos obvios; el guionista británico siempre trata de tejer una trama atractiva que nos sumerja en los mundos que propone. La aguja, que reúne al equipo creativo de la interesantísima Six-Gun Gorilla (reseña ¿ahora anónima? de un servidor aquí), ofrece precisamente esto, poniendo en el ojo del huracán a la capitana de la guardia de una ciudad manchada por el clasismo y la xenofobia en la que se están produciendo unos misteriosos asesinatos en estamentos cada vez más altos.
10 – Bitch Planet, Vol. 2: ¡Presidenta Bitch!
de Kelly Sue DeConnick y Valentine de Landro (Astiberri)
Establecida la premisa, el siguiente paso lógico en Bitch Planet era determinar hacia dónde quería DeConnick llevar la historia y… desde luego que es a un lugar muy oscuro e interesante. El segundo volumen arranca con un flashback terrible (por lo que cuenta) que marca el tono para todo lo que vendrá después, donde no hay límites para situaciones crueles, incómodas y, sobre todo, injustas, como ya vimos en la primera entrega. Sin embargo, no habría historia si sus protagonistas no buscaran una manera de revertir la situación. Y la revolución tiene nombre y sus tentáculos llegarán a frentes inesperados y mayores implicaciones. ¿Quiénes son las eleanorianas? La respuesta no podría ser más provocativa ni estar abierta a tantas posibilidades narrativas, pero es que además el tomo está cargado de acción frenética. Protagonizado en buena parte por dos hermanas, una en busca de la otra, en el planeta-prisión hace que se cumpla la máxima de fabricar secuelas bigger, better, stronger, aquí de forma literal y que funciona. Si no os terminó de convencer el primer tomo (¡¿por qué?!), éste lo hará sin dudar.
9 – Monstress, Vol. 2: La sangre
de Marjorie Liu y Sana Takeda (Norma Editorial)
Después de las altas dosis de world-bulding que presentaba el tomo inicial, con la protagonista revelándose como la portadora de una misteriosa y sangrienta criatura ligada a los antiguos dioses que hoyaron su mundo, era el momento de emprender la aventura en busca de respuestas. Y si ese primer arco optaba por la fantasía medieval, en esta ocasión las autoras han escogido como escenario el mar y una extraña isla para abordar el género de los piratas con un poderoso elemento sobrenatural. Respuestas, misterios, un apartado gráfico apabullante, una imaginería visual y diseño de personajes espectaculares y una historia que se hace más simple al tiempo que se complica. Todos estos elementos borran cualquier duda acerca de por qué Monstress ha sido la gran triunfadora de los últimos premios Eisner.
8 – Thor: Diosa del Trueno, #81-88: La muerte de Thor
de Jason Aaron, Russell Dauterman y Matt Wilson (Panini)
«Dies irae, dies illa / solvet saeclum in favilla…». Todos sabíamos que tenía que llegar el momento, pero no por ello resulta menos doloroso o potente. “La muerte de Thor” es el arco que cierra el segundo acto de la extensa saga de Jason Aaron al frente de los Dioses del Trueno y este año se producía la batalla final de Jane Foster, la Poderosa Thor, contra la fuerza imparable del Mangog, producto de la ira divina y azote de los asgardianos. Con la despedida de la portadora del martillo y la cesión del testigo al dios del trueno original, el final de esta etapa supuso la mayor muestra de épica, emoción, intensidad y sentimientos a flor de piel que nos ha entregado el cómic de superhéroes en muchos años. ¿Qué es lo que hace a un héroe, o a una heroína, merecer ese calificativo? La próxima vez que me hagan esta pregunta, mi respuesta será este tebeo. Gracias, Russell Dauterman. Gracias, Matt Wilson. Gracias, Jason Aaron.
7 – Mi experiencia lesbiana con la soledad
de Kabi Nagata (Fandogamia)
¿Cómo reflejar de forma fidedigna qué es la depresión y cuáles son sus efectos, cuando además esta va ligada a otras complicaciones e inseguridades? Este rincón de la salud mental ha quedado a menudo invisibilizado por abuso la expresión «estar deprimido» en contextos coloquiales, como un sinónimo más de estar triste o desganado. Es en los últimos tiempos cuando se está poniendo sobre la mesa y ayudando más a concienciar acerca de este asunto, hablando de ello de manera clara y directa y acercándolo incluso a los institutos, donde hasta hace unos años se ninguneaban los problemas de salud mental, achacándolos a los cambios de la adolescencia y la búsqueda de atención. Mi experiencia lesbiana con la soledad plantea la cuestión desde un punto de vista autobiográfico, donde su autora, Kabi Nagata, plantea su disfuncionalidad respecto al contacto físico con otras personas como catalizador de una reflexión sobre la depresión y los impedimentos que causa en el día a día más básico. Un manga necesario, descarnado, con su autora abriéndose en canal para, con suerte, ayudar a otras personas en una situación similar. Haceos con él, leedlo y prestadlo, o recomendadlo a quienes creáis que lo necesitan.
6 – Cuéntalo
de Laurie Halse Anderson y Emily Carroll (La Cúpula)
Según datos de la Fiscalía General del Estado, desde 2009, en España se han interpuesto 1.222.172 denuncias por violencia de género, de las cuales sólo 96 fueron declaradas falsas. Esto supone un 0,078% del total y, sin embargo, las infames «numerosas denuncias falsas» son aún blandidas por una parte del espectro político de este país y por gente voluntariamente desinformada (siendo benévolo) como arma contra el activismo de género. Con este desolador panorama que, aunque avanza, tiene pocos visos de cambio en un futuro inmediato, obras como Cuéntalo resultan vitales para trabajar la empatía de quienes vivimos ajenos o, como mínimo, inmunes a este tipo de abusos. La adaptación que realiza Emily Carroll en esta obra junto a Laurie Halse Anderson, autora de la novela autobiográfica homónima, dota de una fuerza mayor al refugio artístico en el que se encierra la protagonista, una adolescente cargada de culpa que no se siente capaz de hablar con nadie, lo cual provoca un aislamiento mayor. Cuéntalo es, pues, un ejercicio poético de identificación, dolor y desgarro. Necesaria.
5 – March
de John Lewis, Andrew Aydin y Nate Powell (Norma Editorial)
“Una crónica de la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos”. Con este subtítulo ha recopilado Norma Editorial los tres tomos del relato vital del congresista norteamericano John Lewis durante su paso por las marchas por la dignidad de los negros durante los años 60, en su caso dentro de una combativa plataforma estudiantil que abogaba por las doctrinas de la no-violencia. Y es que, aunque parezca mentira, hace poco más de 50 años que la población negra puede votar en Estados Unidos. Este tebeo autobiográfico (con ayuda de Andrew Aydin a los guiones y Nate Powell al dibujo) alterna la recapitulación de su juventud, desde la adolescencia hasta la marcha sobre Selma, con la ceremonia presidencial de Barack Obama en enero de 2009, como simbólica culminación del recorrido hacia la representación política de los afroamericanos. Mitad biografía, mitad documental, March no cae en el morbo ni en lo lacrimógeno de otras representaciones de estos sucesos que podemos encontrar en cine o televisión, sino que se limita a mostrar con crudeza y la mayor fidelidad posible las planificaciones, los fracasos, las manipulaciones de un lado y de otro, las inevitables confrontaciones… su experiencia vital, en última instancia, sin entrar excesivamente en personalismos y con un cierto toque desmitificador de lo que Martin Luther King y otras asociaciones en favor de los afroamericanos estaban llevando a cabo en aquellos años.
4 – Homónimos
de Antonio Navarro (Norma Editorial)
“¿Qué soy yo? No ‘quién’, sino ‘qué. El que se haga esa pregunta se enfrentará a una página en blanco, y no será capaz de escribir una sola palabra.” Con esta cita de José Saramago arranca uno de los relatos que integran esta obra, todos ellos protagonizados por Antonio Navarro. Pero no el autor del tebeo, sino de varios personajes (basados en personas reales) llamados Antonio Navarro a lo largo de la Historia. Cada uno de esos relatos está dibujado con una técnica y estilos diferentes, que van desde el tradicional dibujo europeo de línea clara y colores planos, hasta una fotonovela stop-motion o un retablo medieval judío (un haddagah). El mensaje que trasciende es que nuestro nombre, el nombre que nos dan, es UN NOMBRE, como el que le damos a cualquier otra cosa para señalarla. Pero nuestro nombre verdadero es nuestra identidad, quiénes somos, lo que nos define, algo totalmente personal. De la búsqueda de ese nombre trata, en el fondo, nuestra vida.
3 – Pantera
de Brecht Evens (Astiberri)
Una niña solitaria, acechada o protegida por una pantera repleta de manchas, rodeada por una habitación llena de formas y colores en una explosión de acuarelas. La obra de Brecht Evens, uno de los mejores tebeos de lo que llevamos de año, es una fábula terrorífica en torno a los mecanismos de defensa que desarrollamos en la infancia para manejar emociones y situaciones traumáticas, todo ello con la apariencia de un cuento infantil. Como dije cuando reseñé la obra el año pasado, “si el arte debe aspirar a remover conciencias, a retorcernos, a provocar sensaciones (por desagradables que sean), a inducir a una reexaminación de nuestra percepción del mundo, esta Pantera es, sin duda, una obra de arte”. Todo está ahí desde el principio, la atmósfera de desasosiego, el trampantojo de la inocencia, las piezas que poco a poco van encajando cuando, en un principio, quieres creer que está todo en tu mente… hasta que es demasiado tarde. No apta para todos los públicos. [Reseña completa]
2 – Lo que más me gusta son los monstruos, Vol. 1 (de 2)
de Emil Ferris (Reservoir Books)
Era la favorita a tebeo del año desde antes siquiera de ser publicada en nuestro país, bien porque así lo anunciaba la propia editorial en su portada online, bien porque es una obra que huele de lejos a best-seller prefabricado… pero lo cierto es que realmente es uno de los mejores tebeos publicados en 2018 (ya recomendado por aquí en Halloween de 2017 por su edición USA). En otras palabras: está entre las novelas gráficas del año porque se lo merece. Dejando a un lado el triste relato de su autora, que tanto parece influir a quienes reseñan los méritos de la obra, resulta magnético y cautivador el relato de la niña protagonista que dibuja este diario personal, representándose a sí misma como un monstruo, una niña-lobo. Narra sus peripecias vitales, explora las relaciones con su familia y su entorno e investiga un suceso ocurrido en su edificio: una vecina ha sido hallada muerta y, como si de una de las historias de terror que tanto le gustan se tratara, se propone desvelar lo ocurrido. Esto le llevará a conocer su turbio pasado, su conexión con otros personajes y una trágicamente heroica vida repleta de puntos oscuros que la autora narra con la inocencia avispada de su joven protagonista. Todo ello con un dibujo que alterna estilos, desde el retrato hasta el calco, pasando por bocetos, borrones y unos ojos que siempre están mirando a quien lee. Arrebatadora, terrorífica (no en el sentido aparente) y monstruosamente humana, si no está en el primer puesto es solo porque su exceso de ambición no siempre está a la altura de lo que ofrece, pero no podía mantenerse el interés a lo largo de una obra tan mastodóntica. Abrumadoramente hermosa.
1 – Black Dog: Los sueños de Paul Nash
de Dave McKean (ECC Ediciones)
«El arte es una máquina empática. El arte nos permite ver a través de los ojos de otro humano. Esto es lo único que puedo hacer. Esta es nuestra única esperanza. Llevaré conmigo palabras y verdades amargas para aquellos que desean que las guerras se prolonguen para siempre. Espero que mis ocres, pardos y óxidos les hagan arder el alma resentida.»
En este estado perpetuo de guerra en el que parecemos vivir, en el que la repetición de errores del pasado se disfraza de nostalgias y valores perdidos que ocultan un odio alojado en las entrañas y que cada vez tiene más voz, también es un buen momento para dar voz a los supervivientes de esas guerras, a quienes luchan a diario la suya propia contra sí mismos y a quienes trataron de expresar ese grito de ¡basta! a través de su arte. Con motivo del centenario de la Primera Guerra Mundial, Dave McKean recibió el encargo de homenajear al pintor Paul Nash, cuyas surrealistas opresivas pinturas del conflicto ocultaban la sombra de la depresión.
Una depresión que McKean confiesa compartida y que le hizo implicarse de manera muy personal en un proyecto en el que practica absolutamente todos sus registros, donde las páginas fluyen adaptándose a las diferentes atmósferas que le inspira Nash. Este tipo de proyectos suelen pecar de ser más una galería de arte a mayor lucimiento de su autor que una narración visual competente. No es el caso de este Black Dog, donde McKean entrega el mejor trabajo que le he leído, o al menos con el que más he conectado a nivel emocional. No podría haber escogido otra obra para cerrar esta lista. [Reseña completa]
Y con esto termina la gran gesta del Top de Cómics 2018.
¿Cuáles han sido vuestras experiencias comiqueras más gratificantes del año?
¿Hay algún tebeo de esta lista del que querríais que hiciera una reseña?
También podéis visitar la lista del año pasado:
TOP CÓMICS 2017: Los mejores tebeos del año
(que me he leído y me han gustado porque son bonicos)
Espero que alguien encuentre este artículo útil, interesante o, al menos, legible.
¡Muchísimas gracias por leerme y Feliz Año Nuevo!
Si te gusta lo que hago, puedes invitarme a un café:
12/01/2019 at 19:57
Este año sólo tengo 5 (dos de ellos aún en la pila de lectura pendiente) en total y ninguno en el Top 10: Paletos Cabrones, Los Malditos, Clase Letal, Saga y La Aguja. ¿La nueva omisión de un título de Millar ha sido accidental, verdad? Las prisas te habrán jugado una mala pasada…
Poniéndonos serios (como si fuera capaz de ello): gran top, he disfrutado con su lectura y me gustaría destacar esa gran capacidad de síntesis que has demostrado dominar con maestría al escribir cada una de las ¡65! mini-reseñas que componen esta lista. ¡Bravo!
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13/01/2019 at 17:31
Sí, con lo que me gusta Millar… ha debido ser… err… un error, sí… Muchísimas gracias por tus palabras aunque el mérito de que las reseñas sean tan diferentes es que las he ido escribiendo en huecos en los últimos dos meses. En cualquier caso, me alegra que hayas disfrutado la lectura, más allá de la selección.
A ver si en 2019 se cuela alguna obra de Millar, que creo que hay anunciadas 3 o 4 por Panini… digo yo que al menos 1 se publicará sin retrasos xD ¡Un abrazo, Mímico!
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13/01/2019 at 00:00
Pues tras leer a lo largo del día este pedazo de trabajo para elaborar tu top no queda más que felicitarte, por leer tanto, pues imagino que habrás leído al menos el doble de las obras aquí presentadas, y por tu capacidad de síntesis para llamar la atención sobre cada obra.
Lamentablemente solo puedo decir que he leído una de las 65 obras reseñadas aquí. La número 38, en la que coincido en tu análisis, y que me sorprendió mucho, pues me acerqué a ella con mucho miedo.
Por lo demás debo decir que me apetece leer varias de ellas. Fácilmente caerán la de Kate Bishop y la de Mr Milagro, que las tengo accesibles. No me importaría tampoco picar con Hulk, mucha gente de la que me fío habla bien de ella. Y La Aguja, mi economía me hace agarrarme a cualquier excusa para evitar compras, pero las tengo en el punto de mira.
Respecto a mis pocas lecturas degir que puedo coincidir contigo hasta en las obras excluidas. Pues del top del año pasado, del cual leí bastantes más obras que en esta ocasión, he continuado volúmenes posteriores que no has considerado incluir, los volúmenes terceros de Divinity e Imperium o el segundo del Black Hammer de Lemire. Las tres continuaciones me han parecido aceptables pero lejos del nivel de sus predecesoras. Quizás Bloodshot sí ha mantenido de forma más solvente el nivel.
Este año he disfrutado más con las reediciones, el Capi de Remender, el primer tomo del Thor de Aaron o los tres del Inmortal Puño de Hierro que con las nuevas ediciones. De estas últimas sólo me ha mantenido con el mismo entusiasmo el Undertaker de Dorison y Meyer, cerrando de forma genial el arco de el monstruo de Sutter Camp.
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13/01/2019 at 17:46
¡Muchísimas gracias, Dynamo! Vamos por partes:
1) En efecto, he leído más del doble (casi el triple, de hecho) de lo que aquí he incluido y por eso la lista ha crecido desde el Top 50 del año pasado a un Top 65. Y aún me he dejado alguna obra por puro olvido (pienso en el Mickey’s Craziest Adventures de Lewis Trondheim) o porque no me dio tiempo a leerlas (hola, Detective Comics y Lobezna). Me alegra que percibáis como sintética semejante turra de artículo y hasta lo leáis entero. Un honor.
2) La número 38, Rayo Negro, efectivamente tuvo el prometedor arranque que reseñé en el blog y un segundo arco que empezó de forma dubitativa porque olía a pegote, pero supo enmendarse con el final. De haber estado planificado como maxiserie desde un principio, probablemente Ahmed habría entregado un trabajo más redondo. Y si no, ojalá le hubieran dejado cerrarlo tras el final del arco carcelario. Aun así, un trabajo interesante y loable.
3) En cuanto a las que te han llamado la atención, Kate Bishop es un valor seguro (como todo lo que escribe Kelly Thompson, que tiene garantizado, como mínimo, el entretenimiento); Mr. Milagro será probablemente reeditado en tomo muy pronto, así que no hay prisa ninguna; el Inmortal Hulk, ciertamente, ha sido la sorpresa del año en Marvel y espero que lo siga siendo durante mucho tiempo (como apuntan las reseñas USA); y La Aguja tiene a su favor que es una historia autoconclusiva que, sin embargo, tiene mucha miga en cada episodio, así que es una compra que cunde, que no se lee en un pispás. Compras magras, vaya.
4) Respecto a las obras excluidas respecto al año pasado, efectivamente, tanto Divinity como Imperium o Black Hammer bajaron bastante el pistón en sus siguientes entregas. Quizá no como para no merecer una mención en el Top, pero he primado obras a las que pueda acercarse la gente sin necesidad de leer nada previo, para que sirviera también de top de recomendaciones. El caso de Bloodshot es diferente y puramente material: el paso a grapa me ha frenado de continuarla hasta que se reedite en rústicas, así que no he leído la nueva etapa de Bloodshot USA, pero estoy seguro de que Jeff Lemire sigue con buen pie.
Y 5) Me reapunto el Undertaker de Dorison y Meyer, que aunque he hecho propósito de enmienda este año pasado sobre leer más cómic europeo, no lo he hecho en tanta profundida como para subirme a álbumes en serie sino más hacia lo autoconclusivo o con un final planificado. Pero esta obra me interesa y probablemente me haga con ella cuando sea recopilada en integral.
¡Muchas gracias de nuevo, tanto por comentar como, sobre todo, por leerme! ¡Y feliz año!
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13/01/2019 at 01:46
Como te comentaba ayer mismo, tengo (y he leído) 3 de las 65: Los paletos, Los malditos y el Hulk de Ewing y Bennett. Me he apuntado 4 o 5 debido, basicamente, a tu valoración, y ya tenía en la lista un par o tres más. El resto, no te voy a engañar a estas alturas, no me interesan. Eso sí, ya sabes que no dudo de su calidad ni de tu valoración, ya me conoces, simplemente es que no me dicen absolutamente nada y no voy a perder el tiempo, ni mucho menos el dinero, con ellas. Lo que no quita que te hayas currado un «peaso» artículo, compañero, con una enorme calidad de escritura y, como ya han dicho anteriormente, una capacidad de síntesis brutal.
He disfrutado mucho yo también con su lectura. No tardes tanto en publicar lo próximo, ok?
Así que ánimo y salut!
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13/01/2019 at 17:50
¡Muchas gracias, Baldie! No te preocupes, que ya sabes que no me voy a ofender porque no te interese alguna de mis recomendaciones. Al fin y al cabo, para eso están también estos tops tan variados, para que apelen a diferentes tipos de público y cada cual coja lo que más le llame la atención. Si te has apuntado 4 o 5, yo ya me doy con un canto en los dientes 😀 Además, te agradezco de veras que te hayas tomado el tiempo para leer el artículo, que sé que es un tocho importante y me alegra muchísimo que hayas disfrutado leyéndolo, porque era uno de mis miedos el que fuera algo aburrido.
¡Mil gracias y prometo no tardar en publicar lo siguiente! ¡Un abrazo y salut!
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13/01/2019 at 20:52
Para mi el mejor del año fue «Martha y Alan» de Emmanuel Guibert , un saludo.
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13/01/2019 at 21:21
Pues no he tenido el placer, sencillamente porque no me interesaba el tema, pero muchas gracias por tu aportación 😀 Todo lo que sea incluir obras no mencionadas enriquece el artículo.
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23/01/2019 at 14:53
Joder, si me he leído 12 (tengo 11), casi uno de cada cinco… Mi favorito de ellos, Clase Letal, Motor Girl cerca le andará. El resto va de lo disfrutable de Saga a lo lamentable de la cole de Hulka, a la que no le cogí el punto ni en su primer arco. Hecho en falta lo publicado en 2018 de Los muertos vivientes, que para mí han recuperado el mojo tras no terminar de salir del mismo itinerario durante casi dos años. ¿No la sigues?
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05/02/2019 at 09:39
Gracias por leerme, Jorge, y perdona por la tardanza en contestar. Efectivamente, la ausencia de Los muertos vivientes es, exclusivamente, porque llevo un par de tomos de retraso, pero la serie había levantado, sí. Es lo mismo que la ausencia de Lobezna: no he llegado.
En cuanto al resto, estamos de acuerdo en no estar de acuerdo respecto al primero de Hulka, pero se fue deshinchando de ahí en adelante. Y con Saga sigo disfrutando, pero estoy retrasando al máximo la lectura del último tomo USA porque se viene parón y se augura dolor. Probablemente lo encontremos en el top del año que viene. A ver…
Gracias de nuevo. Un abrazo!
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11/02/2019 at 16:56
Muy buena selección. Apunto los que me faltan que son unos pocos.
Por aquí dejo la mía.
https://ifrabeblog.wordpress.com/2019/01/03/los-10-del-ano/
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11/02/2019 at 17:23
Muchas gracias. De tu selección sigo con curiosidad por dos que no tuve tiempo de leer pero que tengo apuntados: Nieve en los bolsillos y La tierra de los hijos. Por lo demás, yo habría sido incapaz de escoger solo 10 tebeos, así que enhorabuena por la síntesis 😀
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