«¿Y qué sé yo de la civilización?
He oído que se encuentra más allá de estas aguas, en costas más claras,
donde los hombres mueren con dignidad y aprenden a vivir con vergüenza.»
—These Savage Shores #1 (2018)
El mito de creación del cristianismo, ese que marca a la autodenominada civilización occidental, es uno que nos conmina a la sumisión frente a autoridades inalcanzables y al castigo frente a la desobediencia a esos absolutos preexistenciales. Juega con mis reglas, sigue mis órdenes, o sufre las humillantes y dolorosas consecuencias. Otros mitos de creación de diverso origen comparten también el elemento de docilidad y subyugación por el poder, aceptando la inferioridad de la especie humana dentro de la fuerza de la naturaleza o el cosmos. Y es este complejo de inferioridad el que lleva al ser humano a buscar el poder, como un hambre insaciable, para imponerse sobre el resto y arañar un pedazo de la divinidad.
«¿Cómo llegaste a este mundo?» es la pregunta recurrente que recibe la criatura primigenia que protagoniza Costas salvajes. Y la historia varía en cada respuesta, pero la violencia, la trágica pesadumbre de la consciencia y el irrefrenable deseo de ascensión (incluso a través del canibalismo) están presentes en todas ellas. La depredación de los iguales, y las explícitas xenofobia y misantropía para facilitar el proceso, son los cimientos del poder absoluto, el origen de todo imperio. Así pues, ambientada durante la primera guerra anglo-mysore de 1767, la obra del guionista Ram V y el dibujante Sumit Kumar (ambos de origen indio), acompañados por la impresionante labor del colorista Vittorio Astone, nos ofrece un relato de monstruos y máscaras en medio de la lucha imperialista por el control de la Ruta de la Seda por parte de la Compañía Británica de las Indias Orientales.
Y si bien puede parecer que la ambientación de época en la India del siglo XVIII o la carga crítica y reflexiva de los temas mencionados van a copar una gran parte de la obra, lo cierto es que el guión de Ram V se apoya inteligentemente en estas sólidas bases para narrar un drama de terror con tintes de romance que establece el choque entre civilización y barbarie a través de sus monstruosas criaturas. De un lado, el vampirismo representa la altivez imperialista británica, la pompa y arrogancia occidentales y la conquista como herramienta de poder y dominio. Del otro, el Asura o Rakshasa, la entidad demoníaca devoradora de hombres de la mitología hindú, aparece como la búsqueda de redención de la tierra, una alegoría de las guerras autóctonas que recuerdan que no hacían falta invasores para encontrarse con la violencia de hombres sedientos de poder. Ambas criaturas encuentran su maná en la carne y la sangre de sus presas, como los generales que hallan el triunfo en el sacrificio de vidas enemigas.
El conflicto entre los dos aspectos de la monstruosidad se ve envuelto por una atmósfera de misterio y ominosidad, propias del relato gótico al que se homenajea constantemente. De ese ambiente toma Kumar sus figuras grotescas y su entintado selectivamente desgarbado, combinando ese aire de Vieja Europa con el misticismo y la exuberancia oriental, donde la simbología, la naturaleza imponente y los espacios abiertos toman el control. Así, sus personajes adquieren formas variadas, en compañía de la narración, en función del escenario que los rodea, jugando con la pesadez de las tintas, detallando o desdibujando a placer, para representar ese choque de culturas que sustenta la obra.
No obstante, nada de esto destacaría lo suficiente sin el explosivo trabajo de Astone. Su sugestiva paleta de colores, a caballo entre la oscura frialdad británica y la magia del paisaje ardiente indio, insufla vida al conjunto. Densas nieblas que absorben el escenario al pintar las líneas de Kumar. Sombras y paisajes nocturnos en los que el negro representa tanto el peligro como la seguridad alrededor de unos morados poderosos (que representan, de nuevo, al monstruo protagonista en su terreno). Y finalmente los colores terrosos, que sirven para abrasar a los personajes, tanto entre las llamaradas del escenario oriental, como entre los abrazos de la sensual intimidad. No hay dos cielos iguales, no hay dos bosques iguales y no hay dos noches iguales, como aparentemente no parece haber igualdad entre las dos culturas en colisión. Y Astone plasma de forma espectacular este choque inevitable.
Drama de terror, romance gótico o relato folklórico, Ram V, Kumar y Astone han construido su obra más significativa, sólida y genuina, con una nueva perspectiva sobre viejos mimbres. Un giro sobrenatural a un conflicto histórico desconocido para muchas personas (no tanto por obscuro como por la tendencia ombliguista de nuestra educación) que genera interés más allá de su condición de obra de época precisamente por el choque cultural de sus influencias. Pero como en todos los choques, sus efectos han de ser dramáticos. Así, el guionista cierra su obra con una amarga reflexión sobre la victoria y sus consecuencias, correspondiendo con la evolución de la región india en la Historia que conocemos. Sea primigenia y natural, o sea disfrazada e hipócrita, la violencia es violencia y coloca un espejo sobre sus protagonistas para plantearse cuáles son realmente las Costas salvajes.
Costas salvajes,
de Ram V, Sumit Kumar y Vittorio Astone
Medusa Comics / Editorial Hidra
Contenido:
These Savage Shores #1-5 (2018-2019)
Cartoné. 160 páginas. 17.50€.
Desde el 01/06/2020.
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