«Esto es colonización, al estilo post-colonial. Después de todo, la gente que es «enviada de vuelta» a recuperar el territorio es siempre aquella a la que no le importa asociarse con personas de color. […] Pero al final se apropian de espacios, los reforman, los venden por una cierta cantidad de dinero, mientras la gente que estaba allí es desplazada. En algunos casos, las personas de color que viven allí son percibidas como enemigas por los blancos recién llegados.»

bell hooks y Amalia Mesa-Bains, «Homegrown: Engaged Cultural Criticism» (2006)

Gentrificación. Un concepto que fue empleado por primera vez hace más de medio siglo, pero cuya práctica se extiende hasta los orígenes de la civilización occidental. La cita que abre esta reseña resulta más que apropiada para definirlo de un modo pragmático, pero podríamos resumirlo como la invasión progresiva de espacios pertenecientes a clases sociales menos poderosas. La idea de gentrificación se aplica principalmente al ámbito literal de la vivienda, es decir, a la apertura de negocios destinados a consumidores de un nivel económico superior al del barrio en el que se emplazan dichos negocios con la intención de revalorizar la zona, especular con los precios de suelo y renta y, en última instancia, haciendo insostenible la supervivencia de los habitantes originales, obligados a marcharse. En el mundo real, la impotencia suele ser la manera más frecuente de afrontar los cambios, pese a que cada vez más voces denuncian estas prácticas y señalan a responsables como los fondos-buitre o las multinacionales. Pero… ¿y si el propio barrio pudiera defenderse a sí mismo, literalmente, como un organismo viviente que devora a los cuerpos extraños que lo invaden?

c

BTTM FDRS (leído bottom feeders) es la última novela gráfica de Ezra Claytan Daniels y Ben Passmore, cuyo título se refiere tanto a su localización en unos ficticios bajos fondos de Chicago, como a la implicación que hay algo bajo la superficie alimentándose de sus habitantes. La historia arranca con Darla, una estudiante de arte negra que retorna al barrio que la vio nacer para «reconectar con sus raíces» (mantenida por el dinero de sus padres) mientras trata de hacerse un hueco en el mundo del diseño de moda. Lo que no sabe es que el edificio que ha escogido como su nueva vivienda fue objeto de experimentos por parte de sus antiguas pobladoras y… ¿parece estar vivo? El guión de Daniels esconde un relato de terror con trazas de humor negro y poderosa influencia cronenbergiana cuyo trasfondo denuncia la gentrificación de los barrios estadounidenses pobres y su apropiación por parte del privilegio blanco, encarnado parcialmente en la amiga de la protagonista que se siente atraída por lo cool de lo «auténtico» del barrio, pese a rechazar todo aquello que le resulta incómodo del mismo.

Los diálogos del guionista juegan a mostrarnos una naturalidad que disimula una fachada turbia, como ya ocurriera en su Upgrade Soul, y esta sensación de duplicidad entra en simbiosis con la del apartado artístico de Passmore. Entre lo underground y lo cartoon del trazo, entre lo reducido de la paleta de colores y lo eléctrico y fantástico de la misma, la naturaleza dual de lo que estamos presenciando juega con nuestra percepción, haciéndonos bajar la guardia para impactarnos más violentamente con el puntual body horror que supura al pasar la página. Muy literalmente, además, por el contraste que realizan los tonos verdes y rosáceos, representantes aquí de lo misterioso y terrorífico, contra el apacible pero enfermo amarillo del interior iluminado del edificio, morado en ausencia de luz como si el rosa acechase, y salpicado constantemente de masas inquietantes de negro. Un trabajo muy inteligente de Passmore, que se extiende a sus personajes, tremendamente plásticos y expresivos en gestos y rostros.

b

Comentario social y tentáculos pseudovegetales. Una mezcla poco frecuente y que, sin embargo, sienta tan bien al género, especialmente cuando la trama transcurre en un espacio reducido, facilitando que el trasfondo político no opaque la tensión narrativa. Así, BTTM FDRS se emparenta con Cronenberg, pero también con La Cosa de Carpenter o, ya en cómic, con el Infiel de Pichetshote y Campbell. Con su novela gráfica, Daniels y Passmore reivindican su espacio dentro del terror imbricado en la realidad social, con ecos del clasismo, el racismo y el privilegio blanco tan de actualidad en estos últimos años. ¡Larga vida a la Nueva Carne!

a


Bottomyards
,
de Ezra Claytan Daniels y Ben Passmore
Nuevo Nueve

Contenido: BTTM FDRS
(Fantagraphics, 2019)

Rústica. 152 páginas. 22€.
Desde el 15/02/2021.
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