«Y voló. Y me hizo volar. Y yo volé de él. Pero volé acá por la arbolada.
Y él voló, y se estrelló allá por la pared. Y se reventó todito.»
—Diego Pérez, doble visionario (2009)
El escapismo, en tanto que práctica necesaria para sobrevivir en nuestro día a día, puede tomar formas infinitas. Al contrario que en su acepción ligada al ilusionista que escapa de sus ataduras para deleite del público, escapamos para nuestro propio alivio. Para alejarnos de los problemas, para dejar de ser el problema, para habitar otros mundos y vidas ajenos y evitar así afrontar, momentáneamente, convivir con lo propio. Un escape que, al igual que el tubo trasero de un vehículo, nos sirve para librarnos de elementos tóxicos, contaminantes, y de no explotar. Pero a veces la tentación de sustituir la vida por la huida es demasiado poderosa. Alejarse del mundanal ruido, convivir con la fantasía para negar una realidad inaceptable, ser quien quieres y no quien no puedes no ser. Y correr. Y correr. Y correr hacia el infinito horizonte esperando que la vida anterior nunca te alcance, hasta el punto en que olvides quién eres para esa vida, quién eres para los demás, y quién eres para ti. Esta es la carrera contra sí mismo del protagonista de la obra que nos ocupa. ¡Corred, insensatos!
El famoso actor Bradley Cooper ha protagonizado un biopic sobre el desacreditado deportista Lance Armstrong. Para el papel se preparó físicamente, saliendo a correr con regularidad, enfundado en una amalgama de prendas tácticas y de andar por casa (como una camiseta de Toy Story 2), y una vez que terminó el rodaje siguió corriendo. Y siguió corriendo. Y volvió a correr. Y así hizo de su carrera cinematográfica una carrera literal, rumbo a Las Vegas, a la espera de que su nominación al Oscar por la película se convierta en galardón. Solo que puede que no haya galardón. Ni película. Ni carrera cinematográfica. Incluso puede que el protagonista no sea Bradley Cooper, sino un hombre en medio de una fuga disociativa que lo está llevando por una (in)sana senda autodestructiva. Puede que esto sea el Bradley de él. Puede que sea una obra de Connor Willumsen.
Abras este tebeo por la página que lo abras, provocará instantáneamente que la mirada se pierda entre las viñetas y composiciones nada predecibles de Willumsen, con una lisergia que afecta tanto a la configuración de sus planchas como al nivel de detalle que hay en ellas. De escenarios hiperdetallados a fondos blancos, de metáforas visuales a diminutas cabezas parlantes, de anatomías cuidadas a cuerpos superpuestos, casi mutantes. En un cómic en el que, cual Forrest Gump, el protagonista parece no parar nunca de correr, no hay dos carreras iguales: los paisajes, la carretera y las curvas parecen sombrearse y retorcerse como los surcos de un córtex cerebral, al igual que la forma en que Willumsen guía la vista del lector, que rara vez se da en líneas rectas. Y si lo gráfico ya supone un atractivo suficiente, lo cierto es que el guion, con sus giros y narrativa desarticulada, es muy inteligente en la forma de proporcionarnos la información de lo que está ocurriendo, despistándonos con un sentido del humor atípico, voces en off y diálogos en apariencia irrelevantes, una elipsis fragmentaria en el ecuador que nos descoloca y un final entre crudo e hilarante.
Bradley de él es una de esas obras con las que puedes afirmar que has leído algo distinto, algo que nunca habías visto antes, o al menos algo que escapa a convencionalismos y categorizaciones. La novela gráfica de Willumsen nos habla de ego y salud mental, de la diferencia satírica entre ser famoso y ser un famoso, de la fugacidad y toxicidad de la celebridad, de correr y escapar a uno mismo… Pero nos habla de todo eso sin hablarnos. Mostrándonos un accidente de tren en directo del que no podemos levantar la mirada, experimentando gráficamente con las posibilidades del medio, y haciendo reír e incomodando de la mejor de las maneras. Cómic para reflexionar, para releer al instante una vez terminado. Cómic para escapar.
Bradley de él,
de Connor Willumsen
Alpha Cómic / Alpha Decay
Contenido: Bradley of Him (Koyama Press, 2019)
Rústica. 80 páginas. 16.50€.
Desde el 01/02/2020.
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