«Porque quien me da pasión / no me consiente tenella,
dirás a la causa d’ella / que vea en ti la razón / que tengo de padecella,
sino que temo que en ti / vea el bien y el paraíso,
que la muerte me da a mí / y muere como Narciso
de amores propios de sí.»
—Juan Boscán, «Del mismo a un espejo» (c. 1540)
Atendiendo a una de tantas versiones de los mitos de la Antigüedad clásica, el hermoso Narciso se condenó a sí mismo cuando cayó preso de una irrefrenable sed (motivada por la diosa de la venganza Némesis en representación de los agraviados por la vanidad del joven) y se arrodilló a beber en un arroyo cercano. El reflejo de su bello rostro lo cautivó y, como había sido profetizado desde su nacimiento, encontró la muerte allí mismo, hundiéndose en las aguas al tratar de besar su imagen y ahogándose irremediablemente en una caída que serviría de relato aleccionador durante siglos. Pero cuando esa sed irrefrenable se refiere al deseo, y cuando la imagen que nos devuelve el espejo refleja nuestra miseria y nuestra culpa, el hundimiento puede dar a un abismo más oscuro y profundo del que tampoco hay camino de vuelta.
La Visión de Julia Gfrörer, segunda apuesta del sello Alpha Comic por esta autora norteamericana tras la Devastación de 2020, gira en torno a una decadente casa decimonónica en la que habitan la joven Eleanor, su hermano y la mujer de él, postrada por una enfermedad que la hace delirar de forma puntual y enfrentarse a su cuñada. Hastiada y sobrepasada por las circunstancias, aún soltera tras la muerte de su pretendiente, Eleanor vive encadenada a su hermano, cargando el peso emocional de los cuidados, y presa de sus propias necesidades y deseo, el cual canaliza a través de un espejo en su cuarto que le dice lo que quiere oír… hasta que deja de hacerlo.
Las historias de fantasmas no tienen por qué pertenecer necesariamente al género de terror, aunque puedan emplear mecanismos del mismo para desnudar el alma de sus personajes. Un fantasma es una historia sin final, unas palabras nunca confesadas, un dolor ahogado al fondo de la garganta, o el arrepentimiento por una decisión no tomada. Y la ambientación de Gfrörer en el siglo XIX, con una familia burguesa que habita una casa demasiado grande y parca en mobiliario y lujos, invita a albergar muchos de estos fantasmas. La época y la aparente condenación del linaje de sus personajes, últimos supervivientes del nombre de su familia, invita también a pensar en La caída de la casa Usher de Edgar Allan Poe, si bien no hay personaje principal en Visión que pueda permitirse abandonar realmente las paredes que conforman el hogar, sea por impedimentos físicos o morales. Un fantasma siempre tiene asuntos pendientes.
El carácter fantasmagórico se puede ver acentuado también por las decisiones gráficas de la autora, de nuevo haciendo uso de unas composiciones de viñeta aparentemente sencillas, pero con una atención al detalle variable que destaca determinados elementos clave para la trama. No obstante, Gfrörer revierte ese detallismo cuando opta por un enfoque más atmosférico, donde las masas de blanco o negro ponen el foco en personajes o sensaciones, destacando un gesto o su ausencia. Rimando de nuevo con esa atmósfera decadente, casi sobrenatural, tanto el trazo nervioso y aparentemente desgarbado, como la distribución de viñetas en 3×3 sobre la página, recuerdan en espíritu al Eddie Campbell ominoso de From Hell. Al igual que en aquella, las irregularidades en los rostros de una viñeta a otra contribuyen a esa expresividad macabra, fantasmal, de unos protagonistas condenados.
Y si en la casa Usher era el distorsionado entorno natural sobre el que se alzaba el hogar de los hermanos malditos lo que provocaba aquella inmediata sensación de desasosiego en su visitante, en Visión lo hace la extraña disposición vertical de su estructura arquitectónica: desde el oscuro sótano donde se refugian los carbones, única fuente de calor (físico y emocional) una vez portados a la intimidad de la habitación propia, hasta las escaleras que sirven de herramienta o escondrijo para revelar u ocultar el trasiego de pasiones prohibidas y egoístas. Aquí el sueño de la razón no produce monstruos, sino que los revela, y a menudo estos se muestran en la imagen que vemos en el espejo. Como el luto por la pérdida de alguien de tu sangre que termina en derramamiento de sangre sobre el luto, simbolizado todo ello en un pañuelo negro manchado de rojo.
Un fantasma también puede ser el yo que habita al otro lado del espejo, un reflejo que vive una vida paralela en la que tal vez las cosas salieron como deseábamos, y no como sucedieron en realidad. Sin embargo, cruzar al otro lado puede revelar una versión de la realidad más retorcida, intercambiando especularmente el deseo de una muerte por una muerte derivada del deseo. Como si el arroyo al que cayó Narciso hubiera sido negro, de agua estancada, como el que rodeaba a la mansión Usher. Como si hundirse en sus aguas llevase a una condenación propia más autoconsciente. Esa es la Visión de Julia Gfrörer y una invitación a que nos miremos en su espejo, si es que no tenemos miedo a lo que en él podamos encontrar.
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Visión,
de Julia Gfrörer
Alpha Cómic / Alpha Decay
Contenido:
Vision (Fantagraphics Books, 2020)
Rústica. 96 páginas. 16€.
Desde el 11/10/2021.
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